En un mundo que se encuentra marcado por la velocidad, la inmediatez, la incertidumbre y la imposibilidad de desconectarse de las redes, las prácticas de atención plena emergen como un bálsamo esencial para la mente y el alma. Vivimos en una era en la que la atención se dispersa entre múltiples estímulos, que generan estrés, ansiedad y una sensación de desconexión de las cosas más importantes. En este contexto, las prácticas como la meditación y el yoga resultan cada vez más populares, buscando alcanzar la calma y la claridad mental.
La psicóloga chilena Pamela Núñez, especialista en Terapia Cognitiva Conductual, y autora de los libros Tu cabeza te engaña (2019) y Tu cabeza te engaña con cuática (2020), desmenuza cómo el bombardeo de información y conectividad termina siendo de gran preocupación para la salud mental. “No nos dimos cuenta cómo alteramos nuestro cerebro”, comenta al respecto. Además resalta que vivimos una época donde “todo es sentir y sentir rápido”. Donde las alarmas y las notificaciones nunca acaban, y si no acaban, si no hay límites que lo frenen, las consecuencias llevan a la angustia y la depresión.
En ese marco, y en la búsqueda constante de bienestar y salud, cada vez más personas en todo el mundo han descubierto los beneficios de combinar prácticas milenarias como el yoga y la meditación. Estas disciplinas son originarias de la India pero han logrado destacarse cada vez más en Occidente durante los últimos años. La atención plena, o más conocida como mindfulness, que se busca cultivar con estas prácticas, proponen una mente consciente del momento presente, invitando a apreciar cada instante y a sumergirnos en la experiencia sin juicio ni distracción.
En el ámbito de la salud mental, estas prácticas han demostrado su capacidad para reducir el estrés, mejorar la concentración y fomentar una sensación general de bienestar en el cuerpo y la rutina diaria. Además, en un contexto global de desafíos y crisis, la atención plena se convierte en una herramienta valiosa para la resiliencia emocional, algo no menos importante. Nos permite abrazar la realidad con aceptación y compasión, fortaleciendo nuestra capacidad para afrontar las adversidades con serenidad.
Tal es su impacto y popularidad en el mundo actual, que Netflix estrenó a fines de 2020, tras un año de pandemia y aislamiento, la “Guía Headspace para la meditación”. Se trata de ocho episodios de contenido en formato animado que explora justamente los beneficios de la meditación e incluye técnicas y sesiones guiadas para comenzar la práctica. Andy Puddicombe, un ex monje budista y creador de la internacionalmente exitosa app de meditación Headspace, es quien explica en cada episodio como sumergirse en ese mundo.
Se puede decir que desde aquel momento, se dio un impacto global en todos los ámbitos de la salud y se puso en la conversación que los cuidados importan, y que empiezan por uno mismo. Por lo que incluso estas prácticas han llegado al ámbito laboral, donde se erigen como aliadas en la gestión del estrés y la mejora del rendimiento. Ya que la mente enfocada y tranquila que surge de la atención plena no solo beneficia al individuo, sino que también contribuye a que los entornos de participación sean más saludables y productivos.
Pero, ¿de qué se tratan puntualmente y en qué se diferencian? Por un lado, el yoga es una práctica física que combina posturas, movimientos y técnicas de respiración para fortalecer el cuerpo y mejorar la flexibilidad. Esta disciplina ofrece una serie de beneficios para la salud física, como mejorar la postura y la alineación del cuerpo, previniendo dolores de espalda y cuello que son tan comunes actualmente. Además, las posturas de yoga estimulan la circulación sanguínea y fortalecen los músculos, lo que contribuye a una mejor salud cardiovascular.
Mientras que la meditación tiene un impacto más profundo en la reducción del estrés, pero que a la vez es un factor que en muchas ocasiones está relacionado con una serie de problemas de salud, como enfermedades cardíacas y trastornos digestivos. La práctica regular de la meditación ha demostrado reducir la presión arterial y disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Asimismo, y quizás una de las razones por las que más se interesa la gente, es que la meditación puede mejorar la calidad del sueño, lo que es fundamental para una recuperación adecuada del cuerpo.
Ambas prácticas de atención plena, buscan el equilibrio entre cuerpo y mente, ya que tanto el yoga como la meditación tienen un impacto significativo en la salud mental y emocional. El yoga, al combinar movimientos físicos con técnicas de respiración consciente, promueve la relajación y la calma mental. Pero además, es una vía para mejorar el estado de ánimo, ya que la práctica regular libera endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad. Por su parte, la meditación se centra en entrenar la mente para vivir el presente y reducir los pensamientos negativos, teniendo impactos positivos ante la depresión y la ansiedad. Aunque lo cierto es que una no excluye a la otra y su combinación crea una sinergia única que potencia los beneficios de ambas disciplinas.
En resumen, en este momento del mundo donde la aceleración y la desconexión son moneda corriente, la atención plena emerge como un recordatorio esencial de nuestra humanidad compartida. Nos invita a reconectar con nosotros mismos y con los demás de manera mucho más auténtica a la habitual. En la quietud del presente, podemos encontrar la fortaleza para navegar entre las aguas turbulentas de la vida moderna con mayor resistencia y tranquilidad.