Por Natalia González
El mercado de ropa de segunda mano cobró impulso con la pandemia debido a la necesidad de generar ingresos extra y el alto precio de la indumentaria nueva, junto a la creciente conciencia sobre el impacto ecológico de la moda, de acuerdo con fuentes consultadas por Télam.
«Conectamos a usuarias que quieren vender la ropa que ya no usan con gente que quiere comprar ropa de buena marca, en buen estado, a buenos precios», señaló Cecilia Membrado, fundadora del sitio online de ropa de segunda mano Renová Tu Vestidor (RTV). Creada por Membrado y su socio Ignacio Basaldúa, la plataforma tiene presencia en Argentina, Chile y Colombia con 1,5 millón de usuarias/os, y es un espacio para publicar de manera gratuita ropa, calzado y accesorios de segunda mano para mujeres y niños. Con la pandemia aumentaron los productos publicados casi un 100%: el promedio mensual de productos publicados en 2019 fue de 100.000, y en el 2020 fue de 190.000. Membrado afirmó que «muchos en pandemia se quedaron sin trabajo, y vimos que crecieron los productos publicados; el año pasado una usuaria generó ingresos por 4 millones de pesos, lo que da un promedio 300.000 pesos por mes». Consideró que «muchos factores aceleran el uso de este tipo de plataformas, cuando las personas necesitan una fuente de ingresos adicionales se ponen más creativos, es economía colaborativa, como quien agarra su auto y se convierte en Uber, otro ve qué tiene en su vestidor y cómo hacer ingresos de eso».
Por otra parte, el precio de la indumentaria y calzado aumentó 65% interanual en junio y se posicionó como el rubro con mayor alza de todas las categorías que mide el Indec. Al respecto, la fundadora de RTV detalló que el precio promedio por unidad de segunda mano en Argentina se ubica en torno a $ 1.500 pesos, muy por debajo de los valores de las prendas nuevas, y mencionó, entre las marcas más vendidas, a Zara, Rapsodia, Jazmín Chebar, Nike, Adidas, Jackie Smith y H&M. En ese sentido, analizó que «la gente quiere seguir vistiéndose con las marcas que le gustan pero no está dispuesta a pagar un sueldo promedio en un tapado, entonces lo compra de segunda mano y luego lo vende, es un círculo virtuoso».
Brenda Andersen, fundadora junto a Constanza Darderes de la tienda Cocoliche Ropa con otra Oportunidad, dice que «los precios que manejamos en Cocoliche son aproximadamente un tercio de los precios de la ropa nueva; son precios económicos pero al mismo tiempo tratamos de que sea una propuesta atractiva tanto para el que compra como para el que vende». «Con el inicio de la pandemia abrimos la tienda online, donde se puede comprar ropa para mujer, hombre y niños con envío a todo el país; esta tienda nos permitió llegar a todas las provincias; hoy la tienda online representa el 25% de nuestras ventas globales», afirmó Andersen.
Señaló que hay «una mayor cantidad de personas dispuestas a vender lo que ya no usan; la pandemia pudo haber brindado tiempo en el hogar para ordenar y seleccionar lo que ya no se usa y también porque es una manera de obtener dinero en el momento». En tanto, subrayó que «comprar y vender ropa usada es un hábito de consumo de moda más amigable con el planeta, reduciendo la contaminación provocada en el proceso de fabricación de ropa al extenderse la vida útil de una prenda ya fabricada; la moda sostenible es la moda del futuro». «Creemos que, a la vez que las personas van a hacer circular y vender lo que ya no usan, se van a generar otras formas rentables de producir prendas con menos consecuencias negativas en el planeta», confió.
De igual modo, Membrado observó que uno de los factores que impulsa este mercado es «la conciencia social de lo contaminante que es la industria de la moda; hay marcas que tienen colecciones grandísimas y terminan quemando la ropa porque no lo llegan a vender». De hecho, la ropa de segunda mano en el mundo está avanzando incluso más rápido que el «fast fashion» -producción masiva a bajo costo de prendas de moda- con un ritmo de crecimiento de 185% anual, mientras que la moda rápida avanza a un 20% anual.
Sandra Crowl, directora en administración en Carmignac, analizó que «el fast fashion no es sostenible desde el punto de vista medioambiental, dado que exige la utilización de ingentes cantidades de terreno y agua, además de generar toneladas de emisiones y residuos tóxicos». De acuerdo con la especialista, este sector «es el segundo que más contamina el agua limpia a escala mundial (después del petróleo), y generará una cuarta parte de las emisiones de carbono en todo el mundo para 2050». A modo de ejemplo, confeccionar un jean requiere de 7.500 litros de agua, que es lo equivalente a lo que una persona promedio consume en 7 años.
«El año pasado, con las compras en Renová Tu Vestidor, se evitó el uso de más de 3.000 millones de litros de agua y ha evitado alrededor de 40 millones de toneladas de emisiones de CO2», concluyó Membrado.