La crisis económica viene golpeando duramente a los jubilados, quienes frente a la imposibilidad de cubrir la compra de medicamentos, se ven forzados a abandonar tratamientos esenciales. Esta situación desbordó a las farmacias de barrio, que tradicionalmente son un punto de apoyo para estas personas. Sin embargo, la falta de pago por parte de Pami y la creciente deuda de este organismo con las farmacias hacen que ese respaldo tambalee.
Marcelo Olmos, dueño de la farmacia Olmos, en barrio Alberdi, apunta a la falta de información por parte del Pami como un agravante de la situación. “La primera problemática que tenemos es que los afiliados de Pami no tienen información de los cambios en las coberturas, sobre todo de aquellos medicamentos que salieron del 100 %. Eso te produce un problema en el mostrador”, describió el farmacéutico.
Olmos recordó un caso particularmente difícil: “Cuando comenzó esta situación, a una jubilada le llevé los medicamentos a la casa y le dije que eran $ 45.000. Hasta ese momento, no pagaba nada de nada porque la cobertura era total. Pero cuando le dije el monto a pagar, la mujer se largó a llorar y me dijo que no podía. Esa mujer cobraba la mínima, y vivía en una casa prestada de su hermana”.
Olmos y otros farmacéuticos intentan ajustar las medicaciones a opciones más económicas, pero, explicó en declaraciones al diario La Voz del Interior que “no hay forma de que te lo paguen ni que sigan los tratamientos por más que les cambies la medicación. No la pueden pagar porque es mucha plata para ellos”.
Noelia Rivero, farmacéutica en Alta Córdoba y parte de la red Verdefarma, explicó: “En agosto sacaron de la cobertura medicamentos y principios activos que tenían Vitamina A. Y los afiliados de Pami son pacientes polimedicados, personas mayores que tienen la piel seca, muchos de ellos con diabetes y necesitan esta medicación. Para ello, no es un lujo tener una pomada Dermaglós; es una necesidad”.
La falta de cobertura para estos productos tuvo un impacto directo en la salud de los jubilados. “Necesitan esos remedios porque se les seca la piel, se les hacen escaras y curar eso es más caro. La gente que toma las decisiones en el Pami no está informada de lo que precisan los adultos mayores”, añadió Rivero, cuestionando las decisiones del organismo.
La crisis en las farmacias viene afectando particularmente a las que están en los barrios y en el interior provincial, donde la cercanía con los pacientes hace aún más difícil lidiar con la falta de pagos.
Juan José Pérez, dueño de una farmacia en Colonia Caroya, contó la historia de un cliente habitual que enfrenta problemas visuales y necesita gotas oftalmológicas para una operación. “Él tiene como la fantasía de que va a ir un día a la farmacia y le vamos a decir ‘hoy no pagas las gotas porque te las cubre Pami’”, relató.
Pérez también recordó a otra clienta que solía recibir medicamentos sin costo alguno y que, al enterarse de que debía pagar $ 7.000 para llevar lo que llevaba siempre, dijo: “No traje plata y no puedo pagarlo tampoco”.
Estas historias se repiten en las farmacias de barrio de todo el territorio de la provincia, donde la relación con los jubilados es cercana y personalizada. Tomás Eguizábal, de Farmacar en barrio Iponá, explicó que ante la incertidumbre sobre la continuidad de la cobertura de Pami, las farmacias debieron reducir su stock de medicamentos.
“Antes comprábamos porque se vendía. Pero ahora con esta incertidumbre no sabemos si vamos a vender lo que tenemos. La razón: no se sabe bien qué es lo que cubre y lo que no cubre Pami”, señaló.
En un esfuerzo por mantener la operatividad, las farmacias recurrieron al apoyo del Colegio de Farmacéuticos, que adelantó fondos para evitar corte en los suministros. Sin embargo, la situación se volvió insostenible para muchas, especialmente para las más pequeñas.
“Hoy en día, Pami nos debe un anticipo y dos cierres, lo que representa el 70% del ingreso de una farmacia”, afirmó Eguizábal, resaltando que la falta de pagos pone en riesgo la supervivencia de muchas farmacias.
La situación también complicó la relación con los proveedores de medicamentos, quienes comenzaron a exigir los pagos ante la incertidumbre en la que vive el sistema y no diferencian si es un afiliado Pami o de cualquier otra obra social.
Juan José Pérez, señaló: “Nosotros estamos acostumbrados a trabajar con plazos de pago, pero ahora los proveedores quieren cobrar todo al día, porque saben que Pami no paga. Esto nos deja casi sin ningún margen de maniobra”.
Un desafío constante
Además del aspecto económico, los farmacéuticos asumen diariamente un papel de contención emocional y de asistencia a los jubilados. Cristina Yañez, dueña de una farmacia en barrio Vicor, explicó que tras el cambio en las coberturas muchos jubilados optaron por llevar solo los medicamentos cubiertos al 100%, dejando de lado otros tratamientos esenciales para su salud.
“Lo primero es contener al afiliado ante lo que tiene que pagar, y eso fue lo más dramático para nosotros y para ellos”, comentó. Ante la negativa de los pacientes a comprar medicamentos sin cobertura total, Yañez indicó que a menudo debe hablar con los hijos de los jubilados para que no interrumpan tratamientos cruciales. “Muchas veces, si no se hace eso, los abuelos directamente se van porque no pueden comprar los medicamentos”, lamentó.
Marcelo Olmos coincidió en la importancia que tiene el apoyo a los jubilados. “La atención al jubilado lleva tiempo, no estamos vendiendo caramelos, estamos dispensando medicamentos más un agregado que es la atención a una persona mayor que necesita el doble de tiempo, sobre todo cuando vienen solos”, enfatizó.