Por Gustavo Aro (especial para HDC)
La dirección de la Escuela Alegría Ahora, que funciona en la quinta cuadra de la calle Julio A. Roca, tiene mucho movimiento de personas que entran y salen. Saludan, preguntan algo, dejan una carpeta, llevan algunas hojas.
Un tazón con una sopa que se ve muy apetitosa señala que es mediodía. Mónica Lungo, educadora popular y maestra fundadora de la Escuela Alegría Ahora, deja la cuchara en el plato, saluda a Hoy Día Córdoba mientras teclea frente a la compu. ATR. A full.
La Escuela Alegría Ahora es un modelo de educación que fomenta el desarrollo integral de niños y niñas con un enfoque en la diversidad en un ambiente seguro y estimulante para el aprendizaje. Y Mónica es una de las figuras clave en la implementación de estos enfoques pedagógicos alternativos, con una mirada en la educación holística e integral de los niños.
A través de su trabajo en la Escuela Alegría, Lungo ha promovido un modelo educativo que prioriza el bienestar emocional y el desarrollo integral de los estudiantes, inspirándose en principios similares a los nuevos conceptos sobre la pedagogía y el futuro de la educación. Su trabajo se centra en la personalización del aprendizaje, el respeto por la individualidad de cada persona y la creación de un entorno escolar que fomente la creatividad, la colaboración y la conexión con la naturaleza.
HOY DÍA CÓRDOBA mantuvo un diálogo abierto con Mónica Lungo abordando un abanico de temas relacionados a la educación, sus funciones, su presente y el futuro
¿Cómo definimos a la Escuela Alegría Ahora?
-Es una escuela primaria y pública que pertenece a la modalidad de Jóvenes y Adultos del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Esta escuela la fundamos con Miguel Genti, que es otro educador popular, porque queríamos que la educación popular tuviera un espacio dentro del sistema formal, porque eso es lo que iba a posibilitar que la gente más excluida socialmente, tuviera la posibilidad de estudiar. Desde el año 2002, Alegría Ahora está dentro del sistema educativo formal. En estos 22 años hubo cambios, fue desarrollándose la idea de escuela y la pedagogía nuestra, porque al comienzo tenía un cargo de maestra de un centro de apoyo pedagógico, tenía la movilidad de irme a los lugares donde estaban esos estudiantes que nunca iban a llegar a la escuela. Entonces los primeros alumnos míos fueron limpiavidrios. Después se sumaron chicos que se habían escapado de institutos o correccionales. Trabajé ocho años en la calle.
¿Salías a buscarlos?
-Sí, sí, nos juntábamos en la plaza, en la Cañada y el Paseo de las Artes fue como el epicentro. Yo sacaba un pizarrón que guardaba en un kiosco y nos juntábamos a estudiar, a leer, a escuchar, a charlar. Los chicos se prendían, sobre todo adolescentes. Principalmente limpiavidrios, que me decían que sus mamás tampoco sabían leer y escribir. Con esa información me fui a trabajar a la Villa Richardson, que antes estaba en el Misericordia. Ahí trabajo con las mujeres se unen los dos grupos que son característicos de Alegría Ahora, los adolescentes y las mujeres. Mamás, abuelas, tías que nunca habían podido ir a la escuela por distintos y variados motivos. Entonces, esos son los dos grupos que hasta el día de hoy siguen siendo lo característico. Adolescentes y mujeres madres. Esa fue la idea que siempre trabajé. En ese momento ya éramos una escuela, aunque no tuviéramos nada más que algunos cuadernos, el pizarroncito y la profunda convicción de que necesitaban aprender a leer y a escribir.
En un contexto de vulnerabilidades…
-La extrema desigualdad se conoce poco, porque siempre se lo mira con prejuicio, con muchos prejuicios, siempre haciendo responsables a la gente que nace en la desigualdad, cuando sabemos que no es así, te toca nacer ahí y la verdad que tu vida va a tener muy pocas posibilidades de cambiar y de transformarse. Y son vidas traumáticas, porque pasar hambre es traumático, pasar frío es traumático, no tener mínimas condiciones en tu vivienda es traumático, la violencia que genera, las relaciones violentas que se generan ahí es traumático, no es algo simple ni superficial nacer en la extrema desigualdad.
Ni hablar de un abrazo, ¿no?
-Mirá, en las familias se aman y se cuidan en ese contexto. A mí me llamaba mucho la atención algo que identifiqué enseguida, que las mamás eran muy protectoras, excesivamente protectoras con su bebé mientras los tenían en upa y les daban la teta. Y cuando empezaban a gatear, ya su trato cambiaba y se ponía más violento porque los estaban preparando para el lugar donde iban a vivir. O sea, no hay lugar para la ternura en un lugar donde tenés que estar peleando todo el tiempo, tenés que estar alerta porque no sabés de dónde va a venir la bala, de dónde va a venir el golpe. Entonces, en esta escuela aprendemos a relacionarnos de otra manera. Acá sí hay lugar para la ternura, para el abrazo, porque acá no nos tenemos que cuidar de nadie. Planteamos este espacio como una reserva de vida, acá todo es distinto. Nos ha llevado más de una década tener esta claridad porque esta es una pedagogía que viene de la educación popular, principalmente de Pablo Freire, pero en este contexto en Córdoba, en el siglo 21, la llamamos pedagogía del Amor Político. Y es esto, es realmente poder crear un espacio donde las personas, una vez que cubrimos la alimentación, su abrigo, sus cuestiones mínimas de salud, derechos humanos básicos y tenemos cubiertas esas cuestiones básicas de todo ser vivo, puedan ser estudiantes. Y en ese ser estudiante aprendemos que hay otras formas de relacionarnos, pero no porque está escrito en un cuaderno, en un pizarrón, sino porque acá lo vivís.
Presente y futuro de la educación
¿Cómo te llevas, o cómo se lleva la escuela con la educación tradicional, la convencional?
-Planteado así como en teoría, con la educación tradicional, obviamente que estamos haciendo otra propuesta pedagógica. Ha sido un recorrido muy largo, de muchísima lucha para que el Ministerio de Educación nos mire sin prejuicios. Eso fue gracias, como siempre, al trabajo y a los resultados que fuimos mostrando. Primero hubo una valoración de la academia, y cuando estoy diciendo de la academia, estoy hablando de los teóricos de las universidades de todo el país que vienen a estudiar acá, que vienen a ver cómo es que logramos, no sólo que aprendan a leer y escribir, sino que desarrollen el pensamiento crítico, la alegría, el poder soñar. Los medios de comunicación fueron esenciales también para mostrarle a la sociedad lo que era Alegría Ahora.
¿Se puede replicar este modelo?
-Lo estamos replicando. Se está replicando de varias formas. Una es porque estamos formando a formadores, educadores en esta pedagogía del Amor Político. Estamos enseñando a formadores, por eso acá vienen a hacer prácticas, vienen a hacer tesis de distintas carreras, porque no solamente es posible, sino que es una necesidad humana, mucho más en este momento, cuando tenemos que tener la esperanza de que la educación transforma las vidas y que realmente podemos construir un mundo un poco mejor, y te lo estoy diciendo hoy, que hay una gran necesidad de salirnos del individualismo, la crueldad, la deshumanización. Lo que tiene Alegría Ahora, que es muy valioso, es que es una escuela, y que estamos dentro del sistema educativo, esa ha sido la gran batalla que hemos podido lograr, sostener, y ahora ya no es batalla.
¿Egresan los chicos?
-Sí, claro. Pueden entrar a un secundario legalmente. Como toda escuela primaria, permite que puedan seguir sus trayectorias escolares. Pasa que acá suceden otras cuestiones. Cuando yo digo que hay vidas traumáticas, estoy diciendo por ejemplo que a una mujer yo le conocí la voz luego de seis años de estar acá. O sea, durante esos años vino, se sentó y escuchó. Yo no sabía si era muda, qué le pasaba, y no, le había atravesado la extrema violencia, y después de seis años ella tuvo confianza para comenzar a hablar. Por eso lo primero que tiene que tener un vínculo educativo, un vínculo pedagógico, es la confianza.
¿Puede tener continuidad el proyecto para un secundario?
-Es nuestro proyecto, porque lo que vemos es que la gente que egresa no se puede insertar, porque este grupo tan vulnerable sigue necesitando esa contención. Ese es nuestro sueño y yo creo que lo vamos a lograr, porque todos los objetivos que nos hemos propuesto los hemos logrado.
-Como el edificio propio, por ejemplo
-Esta casa tiene historia, tiene lucha, tiene sueños, tiene proyección. Hoy tenemos ducha, cocina, una súper aula arriba, una dirección para reuniones. Tenemos Paicor. Es una de las pocas escuelas de jóvenes y adultos con Paicor. Tenemos servicio de limpieza. El Estado nos está mirando con más respeto desde los últimos cinco o seis años, que es cuando compraron la casa.
Una educación que enseñe a resolver
¿Es la educación del futuro?
-Sí, sí. La educación humanista es la educación del futuro.
-Pregunto porque hay corrientes de docentes, psicopedagogos y pensadores que hablan de cambiar los métodos tradicionales porque las personas nacidas de 2001 en adelante tienen otra frecuencia, otra percepción del cambio como los niños índigos o de cristal.
-La educación tiene que estar centrada en poder resolver y accionar en lo cotidiano. Y la escuela quedó vieja por eso, porque sigue presentando contenidos. El currículum es el capital cultural de la sociedad que tenés que aprender en la escuela. Esos son los contenidos escolares. No tiene sentido trazarlo porque no tiene que ver con lo que está ocurriendo en el mundo. La educación respondía en su momento a un tipo de sociedad que ya no existe. En la escuela proyectás qué mundo querés. No solamente es lo que necesitas hoy, sino qué mundo querés, qué cabeza estás formando, qué ideas estás trabajando para después tener ese tipo de sociedad. Y la cuestión educativa es intrínseca a la humanidad. Siempre vamos a necesitar una persona que nos enseñe, alguien que aprenda y que en ese acto de retroalimentación las dos personas van a estar aprendiendo. Y para pensar ese mundo, para pensar esa sociedad, nosotros planteamos que es con Amor Político. Porque el amor también es intrínseco a la humanidad y la política también. No lo partidario, la política, que es la relación con las demás personas. Las escuelas no enseñan por qué el mundo es injusto. Naturalizamos la injusticia. La educación del futuro tiene que ver con una concientización del humanismo y de la sensibilidad social. Desde acá lo estamos haciendo. El Amor Político, nuestra pedagogía, no es únicamente para sectores de vulnerabilidad social. Es para toda la sociedad.
Sobre todo hoy, que estamos atravesados por un discurso de violencia y una batalla cultural que se está perdiendo
-Sí, por eso es preocupante. Justamente por el mundo que nos están planteando, el mundo que quieren que vivamos. Por eso para mí la educación del futuro tiene que contemplar a las demás personas y tiene que querer que todas las personas estemos bien y con posibilidades. Porque en definitiva, desde una cuestión, si querés, hasta egoísta, te cambia que tu vecino o vecina esté bien. Porque si no está bien de alguna manera te va a tocar. Eso es lo que no entendemos. No puedo vivir en un mundo donde yo sea la única persona que está bien porque en algún momento me van a venir a buscar a mí para sacarme lo que yo tengo. Tengo mucha esperanza de que cuando las papas queman, la creatividad y la supervivencia aparecen. A pesar de que estamos en el ojo de la desigualdad, yo tengo esperanza porque veo los resultados de la educación. Todos los días lo veo. La educación nos mejora, siempre nos mejora.
La puerta de la dirección no dejó de abrirse en ningún momento de la charla. Niñas y niños que entraban a saludarla a Mónica. Colaboradoras. Señoras. Jóvenes. Minutos antes de terminar la entrevista vuelve a abrirse.
“Ella es la estudiante más grande -dice Mónica-. Tiene 73 años. Aprendió a leer y escribir acá y hoy es la costurera principal de Alegría Ahora. Nos vemos mañana a las 9. Tenés un montón de hilitos. No paraste un momento hoy. No, no, no sabes lo que es. Es una máquina esta mujer. Nos vemos mañana. Chau mi amor.”.
“Quería terminar el trabajo” dice ella, la alumna de 73 años.
Se va y cierra la puerta, aunque las puertas en Alegría Ahora siempre estarán abiertas… de par en par.