Susana Beatriz Montoya, de 74 años, apareció muerta en su casa de barrio Ampliación Poeta Lugones, en la zona norte de nuestra ciudad este sábado. La mujer es la madre de Fernando Albareda, hijo del subcomisario Ricardo Fermín Albareda, torturado y asesinado en la dictadura, aún hoy desaparecido. Junto al cuerpo de la víctima, Fernando encontró un mensaje en una pared de la casa que decía: “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos”.
Los primeros resultados de la autopsia indican que la mujer presentaba signos de haber sido víctima de una muerte violenta: un golpe en la cabeza y un corte fatal. Por otra parte, los investigadores no habían podido confirmar que hubiese habido un robo, ya que solo se encontró un gran desorden y a la mujer muerta en el patio. Sin embargo, se sabe que la víctima había cobrado en mayo de este año $ 76.447.970,50, en el marco de la ley que reconoce a los trabajadores que fueron Víctimas del Terrorismo de Estado.
Por otra parte, no se encontraron signos de que se haya forzado alguna abertura para el ingreso en la vivienda. Tampoco ningún vecino dijo haber escuchado ladridos del perro de la víctima. Desde el Foro por la Libertad, la Democracia y los DDHH de Córdoba repudiaron el asesinato y exigieron que se esclarezca “con urgencia”.
El episodio se dio después de reiteradas amenazas. El año pasado, Fernando dijo que, un día, cuando estaba por salir a la calle, vio que le habían pegado carteles amenazantes con esvásticas y, además, le habían dejado seis proyectiles de armas de fuego. “Sos hijo de terrorista. Se te terminaron los amigos de la Policía. No vayas más a la EZC (escuela) ni a la Jefatura. Vas a morir. Te vamos a juntar con tu papito”, decían algunos de los panfletos anónimos.
Albareda fue torturado y está desaparecido
El padre de Fernando, Ricardo Fermín Albareda, era subcomisario con función en la División Comunicaciones de la Policía local y militaba en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) hasta el 25 de septiembre de 1979, cuando fue secuestrado por una patota del D2.
Según se pudo determinar en la “Causa Albareda”, el hombre fue llevado al centro clandestino conocido como “La Casa de Hidráulica”, que funcionaba a metros del Dique San Roque. Allí, Albareda fue salvajemente golpeado y torturado.
Por esos hechos fueron responsabilizados el titular titular del D2, Raúl Telledín y miembros de la patota de ese campo de concentración Hugo Britos, Américo Romano, Jesús González, los hermanos Antonio y Hugo Carabante.
En mayo de este año, la Provincia decretó su “ascenso por mérito extraordinario por pérdida de la vida en acto de servicio, al grado inmediato superior”. Y en paralelo, se produjo la “reparación histórica del legajo laboral” de Albareda.