En las sierras cordobesas, con la temporada alta ya en línea de largada se asume que las reservas de alojamiento son inferiores a las de otros años y ya nadie parece augurar un gran verano turístico. La razón hay que buscarla en la incertidumbre sobre la economía más la escalada de los precios. Córdoba lo padece por ser un destino preponderantemente de clases medias en verano. Y son esos sectores los que más recalculan costos para definir si salen o no de vacaciones.
Una cuenta sencilla pinta el cuadro: una familia que alquila una cabaña para cuatro personas pagará unos 50.000 pesos por día, si busca entre las económicas. Son $ 350.000 por siete noches, solo de alojamiento. Puede que haya opciones por algo menos, pero hay muchas más por cifras bastante más abultadas, de hasta $ 100.000 o $ 150.000, o aún más, por noche. Hay que sumar combustibles, comidas y algún entretenimiento para dimensionar el costo de una sola semana de vacaciones de bajas pretensiones.
Los sitios con perfil de público de mayor poder adquisitivo asoman con más chances, pero representan el 20% de la oferta de alojamiento en esta provincia: por eso son los primeros que se completan.
Alejandro Kobelt, integrante de la Asociación Hotelera y Gastronómica de Calamuchita y dueño de un hotel en Santa Rosa, sostuvo que en estas dos últimas semanas “se plancharon las reservas, las consultas bajaron al 50% y hasta se registraron algunas cancelaciones”. Y agregó: “Entramos en un terreno bastante delicado y estamos viendo de poder sincerar los precios lo menos posible”.
“Va a haber un aceptable movimiento a fin de año, como siempre, pero por las casas de fin de semana. Está costando levantar el ritmo de reservas para el verano”, sentenció Facundo Suárez, del área de Turismo de Villa Rumipal, en declaraciones al diario La Voz del Interior.
Mariano Bearzotti, secretario de Turismo de Santa Rosa de Calamuchita, admitió que las reservas están por debajo de los años anteriores. Esperan que algo varíe esta semana, clave para definir cómo se perfila el verano. Para el “finde” de Navidad, la reserva allí es del 40% y sube al 60% para el de Año Nuevo. Para todo enero, el promedio es del 55%.
“Creemos que será una temporada aceptable en cantidad de gente, aunque no como el año pasado que trabajamos a demanda completa. Dentro de las condiciones del país, tenemos alguna confianza”, señaló Maximiliano Duarte, hotelero de Villa General Belgrano. Opinó que por su perfil esta localidad está mejor posicionada que el promedio general.
En el municipio de Villa General Belgrano apuntan que las reservas previas se acercan al 60% para enero y son más bajas para febrero. Hay más demanda por cabañas que por hoteles hasta ahora.
“Está muy tranquilo todavía, la gente está a la expectativa de lo que pasará con lo económico y aún no tomó la decisión. Estimamos que la gran mayoría optará por quedarse en el país y Córdoba puede que reciba un buen caudal de turistas de provincias vecinas”, aportó el director de Turismo de La Cumbrecita, Juan Manuel Busaniche. Allí, las reservas para los dos próximos fines de semana largos son del 57% y bajan al 35% para la primera semana de enero. Es bastante menos de lo que suelen contar a esta altura.
«Temporada de trinchera»
Alejandro Taurassi, de la Cámara de Emprendedores Turísticos de Traslasierra, graficó: “Es extraño y complejo, hemos reajustado ya tres veces las tarifas para el verano y cada establecimiento evaluará hasta dónde puede tocar precios. La temporada se llena de incertidumbre”. Acotó que “en otros diciembres, a esta altura ya no teníamos lugar para enero; ahora, en general, las reservas rondan el 50% de las plazas”.
Respecto de los aumentos de costos recientes, Taurassi apuntó: “Fue un golpe a la rentabilidad, perdimos muchísimo con gente a la que le habíamos vendido antes, y ahora no le puedo duplicar la tarifa; si lo hago, no viene”.
Adrián Maitino, hotelero experimentado de Mina Clavero, apuntó: “Será una temporada de trinchera, observando el día a día; fue difícil definir precios, algunos quedaron altos y otros bajos, porque no hay estándares. Pero al menos hay consultas, no en la cantidad de otros años, pero hay”.
“Antes, a esta altura respondíamos entre 30 y 50 mensajes diarios, hoy respondemos entre 5 y 10; antes para Navidad tenía resuelta al menos la primera quincena de enero, y hoy estamos peleando por redondear la primera semana”, graficó Maitino. El hotelero agregó: “Lo único alentador para nosotros es que la gente no se irá tanto a países limítrofes: en Brasil el combustible está cuatro veces más caro que en Argentina, y en Uruguay más”. Maitino condimentó con algo de optimismo: “Esta situación me recuerda al verano 2001-2002, después de la gran crisis esa temporada empezó mal, pero terminó bien”.
Leonardo Rodríguez, director de Turismo de San Javier–Yacanto, también reconoce dificultades. “Aquí hay un 25% menos de reservas, comparando con años anteriores. Pero creemos que sobre la marcha la gente vendrá igual, lo que no sabemos es qué rentabilidad tendrán los oferentes, hay una pérdida grande entre la reserva y la estadía, con grandes aumentos de costos”.
Los límites de los reajustes
En Carlos Paz y Punilla también miran de reojo los tableros de reservas, a la espera de que despeguen. Mientras, hoteleros y cabañeros recalculan costos sobre inflaciones pasadas y por venir.
Hacia octubre, el incremento promedio que se había fijado en las cámaras hoteleras rondaba entre el 120% y el 150% respecto del verano anterior. Luego de algunas reuniones, la semana pasada la mayoría decidió mantener ese esquema y otros plantearon un reajuste del 10% adicional.
Eduardo Giordano, propietario de dos hoteles, contó: “Se había marcado un 140% de enero a enero. Lo mantuvimos así hasta el 10 de enero y desde esa fecha se cobra un 20% más”. Giordano indicó que se comenzó a ver una tenue reactivación de las reservas que, en su caso, están en el 70% entre Navidad y el 1° de enero y en un 40% entre el 1° y el 10 de enero.
Darío Ramato, también hotelero de Carlos Paz, afirmó que ajustaron la tarifa un 10% más en el último mes. “La devaluación del peso no influyó en el alojamiento. Una cosa es la gente que vende un artículo que le subió el doble, pero a nosotros no”, expresó, y agregó que los aumentos más importantes podrían verse en los negocios gastronómicos.
“Hay movimiento de reservas y la gente que consulta quiere cancelar toda la estadía para quedarse tranquila”, remarcó Ramato.
Rodrigo Serna, también hotelero, afirmó que las reservas vienen demoradas y apuntó que tras la devaluación se cayeron las que venían vía plataformas, que cotizan en dólares aunque aparecen en pesos. “La gente está haciendo la cuenta de cuánto va a gastar en las vacaciones”, interpretó. Y marcó un aliciente para su sector: “Lo que parece claro es que los que tenían pensado irse a países limítrofes pueden haber decidido quedarse en el país. Ahí hay una chance”.
En Carlos Paz se aguarda que la renovada cartelera teatral que por estos días se pone en marcha sume además visitantes y movimiento.
En otros destinos nacionales
En otros sitios de turismo masivo de verano se relatan similares escenarios. En Merlo (San Luis), por ejemplo, el secretario municipal de Turismo, Santiago Trobo, sintetizó a Infomerlo: “No se están tomando reservas porque no hay demanda. Hace unos días días que no hay casi ni consultas”. Y citó que aquellos que habían reservado mediante aplicaciones (tipo Booking), que establecen precios a valor dólar oficial, empezaron a dar de baja alquileres tras la devaluación, aunque tratando luego de renegociar con los propietarios el precio.
En Mar del Plata también se habla de “reservas demoradas”. Algunas estimaciones apuntan que hasta ahora sólo se alquiló la mitad de las propiedades disponibles para el verano. Los operadores confían en que en las próximas semanas, con las medidas ya anunciadas, se acomoden precios y demanda.
En otros destinos de playa con un perfil de turismo de mayor poder de gasto se dan mejores porcentajes de reservas, como en Pinamar, Cariló y Mar de las Pampas. Ahí, con otro público, ya se venía alquilando con dólar billete. Otra historia es la Patagonia: en Bariloche hablan ya de un 80% de reservas para enero, pero ahí es fuerte el impacto del turismo del exterior (chilenos y brasileros, con claras ventajas cambiarias).