Yo no sé lo que dicen los cuadros ni los libros (no todos los cuadros ni todos los libros, sólo algunos), pero sé lo que dicen todos los ríos. Tienen el mismo idioma que yo tengo.
– Pablo Neruda.
“Cuidar un río es cuidar todos los ríos”, fue el nombre de la primera residencia artístico-científica y comunitaria realizada por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) entre el 1 y 4 de febrero en las localidades de Agua de Oro y Villa Cerro Azul de Córdoba. Durante los cuatro días convergieron diversos saberes, disciplinas y experiencias en torno al cuidado de los ríos.
La propuesta, dirigida por Valeria Cotaimich, directora del Espacio Laboratorio de Arte/s, Performance/s, Política, Salud y Subjetividad/es (ELAPPSS) de la Facultad de Psicología de la UNC, contó con la participación de diversos actores: estudiantes y docentes de la UNC, investigadores de CONICET, miembros de asambleas y colectivos por el agua a nivel local, nacional e internacional, y funcionarios públicos de las regiones cercanas al río Chavascate y al río Suquía. Estos dos cuerpos de agua, que alimentan a las comunidades de Agua de Oro, Villa Cerro Azul y El Manzano, fueron el foco de las actividades.
La residencia no solo se centró en la exploración del río como elemento natural, sino en pensar la relación de estos ríos con todos los ríos del planeta a través del ciclo del agua, una reflexión que conecta las problemáticas locales con las globales. Durante el encuentro, los asistentes participaron de procesos de diálogo, performances, caminatas por los territorios de las cuencas, danzas circulares, talleres de arte, creación de altares colectivos, círculos de resonancias, entre otros. A su vez, en el marco de la residencia, se presentaron los libros “Agua” de Nelson Specchia, director hasta el año pasado de este diario, y “Aqua” de Silvia Barei.
En diálogo con Hoy Día Córdoba, la curadora y organizadora del evento, Valeria Cotaimich, destacó que esta residencia fue mucho más que una serie de actividades académicas o culturales. Una de sus principales características fue la transdisciplinariedad, ya que durante esos días las actividades integraron arte, ciencia y comunidades. “Me gusta sintetizar esto apelando a sentidos vinculados con el prefijo trans, que supone movimiento entre disciplinas, universos culturales, fronteras nacionales, géneros, saberes y experiencias”, aseguró.
Un encuentro entre colectivos locales e internacionales
El intercambio y aprendizaje entre los participantes resultó ser uno de los aspectos más enriquecedores de la residencia. Cotaimich expresa con entusiasmo que el encuentro “superó ampliamente las expectativas”, destacando la participación de colectivos de distintas partes del mundo, como la Asamblea Social del Agua de Puebla, el Movimiento por el Agua y los Territorios de Chile, y la Plataforma Latinoamericana y del Caribe por la Justicia Climática, quienes junto a la Asamblea Vecinos del Chavascate y otras organizaciones demostraron la importancia de conocer realidades diversas pero también afines, así como otros modos de pensar y hacer.
Este tipo de interconexiones no solo refuerzan la lucha por la justicia ambiental, sino que también ponen en evidencia la importancia de pensar en un marco global cuando se trata del cuidado de los bienes comunes. “Lo que nos dimos cuenta es que, independientemente de la problemática que se aborde, el agua ocupa un lugar central”, comentó Cotaimich, subrayando la relevancia de articular las luchas socioambientales en diferentes niveles: local, nacional y transnacional.
Proponer acciones concretas
Aunque la residencia tuvo un fuerte componente artístico, su propósito no era solo el intercambio cultural o la reflexión teórica. Uno de los objetivos fundamentales fue que los participantes, al finalizar la residencia, presentaran propuestas concretas de cuidado de los ríos, basadas en las experiencias compartidas.
Este enfoque práctico está alineado con el concepto de «futuro ancestral», que Cotaimich menciona al referirse al pensamiento indígena que mira al futuro desde la perspectiva de los saberes ancestrales, en los que la conexión con la naturaleza no se ve como algo del pasado, sino como una forma de mirar hacia un futuro más justo y sustentable. “Es importante pensar en posibilidades de abordar los múltiples y profundos daños a la vida en el planeta tierra, único en el cual podemos habitar por lo menos por ahora y por muchos años más”, remarcó la organizadora.
Hacia otras dos residencias: tierra y polinización
“Cuidar un río es cuidar todos los ríos” fue solo el comienzo de un programa de residencias que se extiende a lo largo del 2025. El evento formó parte de un ciclo de tres ediciones transdisciplinares que buscan generar un cambio en la forma de abordar los problemas ambientales y culturales. La segunda residencia, “Territorios-Tierra. Sembrar(nos) en conexión”, tendrá lugar del 1 al 3 de agosto y se alinea con el Día de la Pachamama, mientras que la tercera, “Brotar y polinizar (nos) en primavera”, se desarrollará del 20 al 22 de septiembre en celebración del comienzo de la primavera.
Sobre la próxima edición, Valeria contextualizó: “Esta residencia procurará poner más énfasis en la mirada de pueblos originarios de la llamada Abya Yala, nombre que más allá de las fronteras nacionales muchas comunidades indígenas prefieren usar antes que Latinoamérica, porque deviene de una lengua indígena, de la etnia Kuna de Colombia y Panamá, y remite a nociones como las de tierra viva”.
Siguiendo ese enfoque, la residencia se inspirará en la visión de la tierra como un ser vivo, en constante movimiento, y se aborda poniendo énfasis tanto en el aprendizaje en clave de diálogos de saberes y experiencias humanas, como en diálogos interespecies, “con ríos, bosques, semillas, frutos y floresque nos constituyen a través de la alimentación y están conectados a través de diversos polinizadores”.
Pero las temáticas de cada residencia no se abordan separadamente, sino que están relacionadas y van de la mano con la propuesta de transdisciplinariedad. “El sentirse parte de la tierra, saber (nos) tierra es equivalente a saber (nos) río, como trabajamos en la otra residencia, y va de en sintonía con saber (nos) semillas, flor, fruto y seres polinizadores. El programa busca cierta continuidad, y junto a Constanza Estevan, artista y cantante, con quien hemos dado algunos talleres, estamos pensando varias actividades que conecten una y otra residencia. Su sensibilidad y experiencia es fundamental”, destacó Valeria sobre el trabajo de su colega.
Al final de la entrevista, la profesional reflexionó sobre el desafío que implica involucrar a las comunidades y las organizaciones en estos espacios transdisciplinarios. “El desafío es contribuir a la conexión y animación de almas en clave trans y colectiva. Animar almas no es una tarea sencilla en estos tiempos, pero si nos detenemos a pensar(nos) y saber(nos) montaña, bosque, río y micelio es algo que por cierto está siendo”, cerró.
Tanto “Cuidar un río es cuidar todos los ríos” como las siguientes residencias no son solo espacios que unen diferentes disciplinas y comunidades, sino que se presentan como un llamado a repensar nuestra relación con el medio ambiente y a tomar acción para preservar el lugar en el que vivimos.
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