Los avances tecnológicos hicieron obsoletas las contraseñas cortas y complejas, destacando la importancia de su longitud para garantizar la seguridad digital. Una contraseña promedio de 8 caracteres, con 221.000 millones de combinaciones posibles, puede ser descifrada en segundos por programas que prueban hasta 10.000 millones de combinaciones por segundo.
En contraste, una contraseña de 12 caracteres aumenta las combinaciones posibles a más de 3 sextillones, haciendo que su descifrado sea casi imposible con la tecnología actual. Para una seguridad óptima, los expertos recomiendan contraseñas de al menos 16 caracteres.
Crear contraseñas largas y fáciles de recordar
Frases como “Las estrellas brillan en el cielo nocturno” pueden generar contraseñas seguras de más de 30 caracteres, evitando la complejidad de cadenas difíciles de memorizar. Sin embargo, no todos los sistemas aceptan contraseñas tan largas, aunque se espera que más plataformas se adapten a esta tendencia en los próximos años.
Los expertos también advierten contra patrones predecibles, como sustituir letras por números (3 por e o 1 por l) o usar información personal, ya que los programas modernos pueden identificar estas estrategias. También se desaconseja utilizar caracteres repetitivos como 1111 o aaaa, ya que son fáciles de identificar.
Asimismo, es esencial evitar contraseñas basadas en información personal fácilmente accesible, como nombres de mascotas, fechas de nacimiento o equipos de fútbol favoritos, que podrían ser descubiertas a través de las redes sociales.
Gestores de contraseñas y autenticación de doble factor
Para manejar contraseñas largas, los gestores de contraseñas son aliados esenciales, almacenando claves en un contenedor cifrado y generando combinaciones aleatorias. Sin embargo, la contraseña maestra de estos gestores debe ser altamente segura, ya que su vulneración puede comprometer toda la información.
Además, implementar la autenticación de doble factor (2FA) añade una capa extra de protección. Este sistema utiliza códigos temporales, aplicaciones como Google Authenticator o dispositivos físicos, garantizando una mayor seguridad frente a posibles ataques.
Proteger cuentas bancarias y servicios financieros requiere un enfoque integral: contraseñas largas, gestores seguros y autenticación 2FA son las herramientas clave para enfrentar los desafíos digitales del futuro.