Evo Morales renunció en un contexto de manifestaciones en su contra, tras un informe de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que reveló “irregularidades” en los comicios de octubre y a pesar de que esta mañana el presidente había convocado a nuevas elecciones.
“He decidido, escuchando a mis compañeros (…), a la iglesia católica, renunciar a mi cargo de la presidencia”, declaró. “La lucha no termina acá”, advirtió con la voz entrecortada por momentos, para insistir en su denuncia de un “golpe cívico, político y policial” instigado por “grupos oligárquicos que conspiran contra de democracia”.
La decisión fue anunciada después de que el comandante general de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, y el de la Policía Nacional, Vladimir Calderón, le solicite que dé un paso al costado para desactivar la crisis política y social.
Antes del anuncio, el presidente boliviano tomó un vuelo desde El Alto (La Paz) hacia Cochabamba, su bastión y cuna política, acompañado del vicepresidente Álvaro García Linera, quien también renunció a su cargo.