La viceprimera ministra de Ucrania, Irina Vereshchuk, confirmó este sábado el establecimiento de 10 corredores humanitarios para la evacuación de los civiles de las zonas de guerra.
Uno de ellos parte de la ciudad de Mariupol, escenario de los enfrentamientos más duros de la guerra por su ubicación estratégica, ya que su control permitiría a Rusia unir a sus tropas de Crimea con las fuerzas aliadas de la provincia separatista de Donetsk.
Los desplazados de Mariupol podrán ahora trasladarse hasta Berdiansk, a unos 85 kilómetros, y una vez allí recibirán ayuda y para continuar su viaje en colectivos.
Vereshchuk explicó en un mensaje grabado en video que cuentan también con cuatro corredores de evacuación en la provincia de Lugansk, ubicada, al igual que Donetsk, en la región del Donbass, según la agencia de noticias Europa Press.
Además, hay rutas de evacuación para las localidades que rodean a la capital, Kiev, todas ellas pactadas con Rusia. Los detalles de cada una de las rutas se irá anunciando en los próximos días.
El acuerdo para la apertura de estos corredores se selló el jueves. En tres semanas de guerra, Rusia y Ucrania ya han acordado varias veces la apertura de los llamados «corredores humanitarios», que tienen por fin permitir la salida de civiles atrapados en las ciudades atacadas y el ingreso a ellas de ayuda humanitaria.
En algunos casos han funcionado, pero otras veces las evacuaciones se vieron frustradas en medio de acusaciones cruzadas de incumplimiento de treguas que se pactan de manera limitada, solo a lo largo de esos corredores humanitarios.
En días recientes, más de 20.000 personas abandonaron Mariupol en vehículos pese a la falta de un corredor formalmente acordado entre Ucrania y Rusia, según la municipalidad de la ciudad de 430.000 habitantes, una de las más traumatizadas por la guerra.
Una caravana con lo que Ucrania describe como ayuda humanitaria destinada a Mariupol se encuentra frenada desde hace días en la ciudad de Berdiansk.
Mariupol, ubicada sobre el mar de Azov, está desde hace dos semanas bajo ataques y un asedio de fuerzas rusas, acusadas por Ucrania de causar un desastre humanitario.
En la ciudad no hay luz, agua ni calefacción, y casi no quedan alimentos ni medicamentos y las autoridades cavaron fosas comunes para enterrar a los muertos por las hostilidades.
De acuerdo con las autoridades locales, los aviones rusos lanzan cada día, en promedio, «de 50 a 100 bombas» sobre la ciudad.