El último MET Gala causó un gran debate en las redes sociales y en los medios de comunicación luego de que Kim Kardashian decidiera usar el icónico vestido que Marilyn Monroe vistió para cantarle el feliz cumpleaños a John F. Kennedy.
El vestido en cuestión fue confeccionado sobre el cuerpo de Monroe para que encaje a la perfección. La pieza es de malla ceñida a la piel, con más de 6.000 cristales cosidos a mano. Fue patrimonio de Monroe hasta que Anna Strasberg reclutó a Christie’s para venderlo en 1999. Con tarifas e impuestos, el vestido de Marilyn fue valuado en USD$ 5.000.000, convirtiéndolo en “el vestido más caro de la historia”.
Para poder entrar en el vestido, Kim debió perder abruptamente de peso. Sin embargo, eso no bastó porque la pieza tuvo que ser forzada sobre su cuerpo, sin cerrarlo en la espalda y por ese motivo, la estrella de realities tuvo que usar un abrigo de piel blanco para tapar la abertura.
La estrella de 41 años habló sobre la controversia que se generó al rededor de su elección de vestuario y dijo: “Para mí fue como, ‘está bien, Christian Bale puede hacerlo para un papel en una película y eso es aceptable’”.
“Incluso Renée Zellweger ganó peso para un papel. Me da lo mismo”, continuó la empresaria buscando ejemplos en el cine que hayan hecho lo mismo que ella para excusarse. “En ningún momento dije, ‘hola a todos, ¿por qué no van a perder este peso en un corto período de tiempo?’”.
Por último, aclaró que no hizo “nada malo” para su salud para entrar en el vestido de Marilyn. “Simplemente era importante para mí alcanzar ese objetivo… no podría haber ido, lo cual no habría importado”.