En menos de un mes, el Mundial cubrirá casi todas las noticias. Para los fanáticos de este evento, entre quienes me incluyo, las conversaciones estarán relacionadas a lo que suceda en los juegos y entre juegos. En este contexto quisiera invitarles a reflexionar sobre algunos puntos que nos parecen claves a la hora de pensar la agenda de género. Esta nota no es sobre Qatar y sus prohibiciones, ni sobre como legitima la discriminación la Fifa eligiendo sedes (porque se eligen no se sortean) que sistemáticamente violan los derechos humanos.
Veamos cómo están con esta agenda los países de la región que van al mundial. Para ello, en esta oportunidad utilizaremos el índice Global de la Brecha de Género, del World Economic Forum que desde el año 2006 mide el progreso del mundo hacia la paridad de género en cuatro dimensiones clave: Participación y oportunidades económicas, logros educativos, salud y supervivencia, y empoderamiento político.
Para entrar en contexto: a nivel mundial, solo se ha cerrado el 68,1% de la brecha de género, lo que significa que se necesitarán otros 132 años para alcanzar la paridad de género. ¿Parece mucho? Significa que recién nuestros/as bisnietos/as (que aún no nacieron) serían las/os primeras/os en habitar un mundo con igualdad, en cualquier punto del planeta. Siempre y cuando no haya otra pandemia, ni desastre global, que nos vuelva a retrasar varías décadas. Se estima que la pandemia del Covid-19 retrasó en la región los avances de género en al menos unos 10 años.
En América Latina se estima que se requieren 67 años para cerrar todas las brechas de género. Son 7 más que en Europa, Estados Unidos y Canadá. De los países de la región que participan del mundial, los que están mejor puntuados son México y Argentina, en las posiciones 31 y 33 del ranking mundial, luego le siguen Ecuador y Uruguay (41 y 72 respectivamente) y finalmente Brasil, en la posición 94.
Como todos los índices, se miden algunas características y se dejan por fuera otras. Todos los países puntean muy bien en logros educativos, que mide las inscripciones a los niveles primarios, secundario y terciario. En segundo lugar, como variable casi lograda en estos países es en relación a la salud y supervivencia, donde se toman en cuenta los valores de expectativas de vida y proporción de mujeres/varones en nacimientos.
En tercer lugar, y con algunas variaciones, se encuentra la participación y las oportunidades económicas, medida en relación a la inclusión en el mercado laboral, las brechas salariales, los ingresos promedios, el porcentaje de mujeres/varones con cargos de toma decisión y el porcentaje de trabajadores profesionales y técnicos. En este conjunto de indicadores todos los países mencionados tienen mucho que avanzar, sobre todo en lo que se refiere al igual pago por igual tarea, posicionándose todos los países entre los peores del ranking mundial.
La dimensión de empoderamiento político es la que menos puntos suma en todos los países, siendo determinante en este índice. Se analiza el porcentaje de mujeres en los parlamentos, en los ministerios, y la cantidad de años que una mujer ha estado como presidenta o primera ministra en los últimos 50 años.
Acá se observa el aporte de leyes como el cupo, que han logrado mejorar la participación de mujeres en sus parlamentos: si bien Argentina es de los primeros países en instalar la Ley de cuotas (en 1991), México ha sido el primero en la región en contar con una representación equitativa (50%), con el impulso de la reforma constitucional de 2019 sobre #ParidadEnTodo. Si bien Argentina y Ecuador cuentan con cuotas del 50% (paridad), todavía no la han alcanzado (Argentina: 44,8% y Ecuador: 38,7%). Lejos quedan Uruguay y Brasil, donde la cuota continúa en un 30%. En el primero las mujeres representan el 25,3% y en el segundo el 14,8%.
Desde Grow estamos convencidas que lograr que las mujeres y diversidades tengan posibilidades de educarse, insertarse en igualdad de condiciones en un trabajo, cuenten con una vida saludable, y puedan tomar decisiones, son vitales para el desarrollo de toda la sociedad, no solo de las mujeres. Sin embargo, es una agenda lenta, con avances y retrocesos, que hay que sostener continuamente. Que el mundial no nos haga olvidar esto.