La represión estatal en Irán está en la mira internacional. Por una parte, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU) decidió abrir una investigación sobre las denuncias en base al uso “desproporcionado” de la fuerza por parte la Policía iraní en las protestas que sacuden al país hace dos meses por la muerte bajo custodia policial de la joven kurda iraní Mahsa Amini, tras haber sido detenida por llevar mal puesto el velo islámico.
En la víspera, el Consejo informó que 300 personas murieron a raíz de la violencia estatal. Por otra parte, el seleccionado de fútbol que participa en la Copa del Mundo de FIFA, en Qatar, expresó su rechazo a la violencia del gobierno teocrático de los clérigos musulmanes.
“La situación no es buena y el pueblo no está contento”, dijo el capitán del equipo, Ehsan Hajsafi. El capitán expresó sus “condolencias a las familias de las víctimas”, añadiendo que está “a su lado”.
En la previa al partido contra Inglaterra, el equipo se negó a cantar su himno nacional. Este himno no es reconocido por varios grupos de la oposición iraní y las comunidades de la diáspora.
En consonancia, el Gobierno detuvo en Irán al futbolista Voria Ghafouri, acusado de haber “insultado y ensuciado la reputación del equipo nacional” y de hacer “propaganda” contra la República Islámica.
El ex defensor de la selección, originario de Sanandaj, capital de la provincia del Kurdistán iraní, publicó una foto en redes sociales con el traje tradicional kurdo lo cual generó una órden judicial para detenerlo.
En julio, Ghafouri abandonó el Esteghlal, el equipo más popular de Irán, debido a las reiteradas críticas que emitió contra las autoridades. Con la selección iraní, el lateral izquierdo de 35 años jugó la Copa de Asia de 2015 y las eliminatorias a Rusia 2018, aunque no estuvo presente en los partidos para clasificar a Qatar 2022 y no fue incluido en la nómina por el técnico portugués Carlos Queiroz.