Más de la mitad de los argentinos usan las redes sociales de manera pasiva y lee libros al menos algunos días a la semana, mientras que la mayoría están «muy informados», según los resultados que arrojó una encuesta digital de consumos culturales sobre las tendencias, hábitos y expectativas en relación a la cultura y sus expresiones realizado por la fundación Colsecor.
Con respecto a las redes sociales, el 94% de los 1.600 encuestados en octubre dijo usar diariamente estas plataformas, independientemente de la edad, el género o el tamaño del lugar donde viven. Sin embargo, a pesar de esta presencia mayoritaria, solo la mitad tiene una participación activa en las redes, mientras que el resto las usa «pasivamente» para observar o informarse.
Por otra parte, el informe sostiene que el uso de videollamadas como forma para comunicarse quedó atrás. «El 91% respondió negativamente frente al 9% que sí dice hacer videollamadas», indicaron desde Colsecor.
Para comprender el cambio que expone el estudio, el investigador Mario Riorda, uno de los responsables del diseño y metodología de la encuesta dijo que «lo digital está presente en todo, pero no excluye a lo analógico». Además, «se da algo así como que todos consumen de todo, aunque son los jóvenes los que tienen una dependencia total de su celular para todo: redes, música, series, chatear, etcétera», agregó.
En este sentido, el especialista agregó «las personas en Argentina están muy informadas. Son grandes consumidoras de noticias de política y actualidad. Incluso, aunque no es actualidad, en Argentina se consumen muchos programas didácticos, culturales o documentales». De acuerdo a las cifras de la encuesta, el 38% indicó consumir con frecuencia ese tipo de lecturas. También la radio y sus noticieros tienen una incidencia fuerte, porque el 61% dijo escucharlos habitualmente.
Por otra parte, el informe sostiene que los argentinos leen libros y «mucho». Más de la mitad dice leer todos los días o algunos días de la semana. Como es de esperar, la lectura en soporte digital aumenta «significativamente» en jóvenes de 15 a 24 años, mientras que los mayores de 60 años llevan la delantera en frecuencia lectora con un 64%, frente al 45% que representa el segmento que va de los 25 a 39 años. Y como dato, son también las mujeres las que encabezan la lectura, con un 58% frente a los varones.
Asimismo, la encuesta refleja que la mitad de la población no asiste a recitales y apenas un tercio lo tiene como consumo ocasional. «Del total de los encuestados, el 65% manifestó nunca o casi nunca, mientras que el 25% destacó ir algunas veces al año. Incluso, lo mismo sucede en relación a los museos, destacándose que el 67% no asiste nunca o casi nunca, mientras que el 23% reflejó ir algunas veces al año. El resultado es una de cada 4 personas en una sociedad de más de 50.000.000 de habitantes», detalló Riorda.
Por otra parte, el informe sostiene que Argentina es un país al que le gusta mirar deportes. Siete de cada 10 consume transmisiones deportivas y esta cifra no presenta «diferencias significativas por edad y tamaño de ciudades, sin embargo, los varones miran más», en palabras del citado informe.
Por otro lado, el estudio se detiene en la valoración que tiene la cultura. «Cuando decimos que la cultura tiene buena fama es porque todas las preguntas en torno a ella superan el 80% de conformidad. La ven como sinónimo de crecimiento personal, como herramienta para promover el diálogo y la convivencia en nuestra sociedad; porque cree que el consumo hace a un país mejor, porque es la mejor forma de recreación; porque los hábitos culturales te dan la posibilidad de introspección y reflexión personal; porque consumir cultura permite relajarse y evitar la ansiedad y la angustia», describió Riorda. «Es obvio que no hay una única comprensión de lo que pretenderíamos consensuar como cultura. Se desprenden nociones educativas, tanto como recreativas, hasta dimensiones identitarias asociadas a miradas nacionalistas. No importa cuál sea la predominante, lo que sí importa es que lo cultural es un goce, una satisfacción y quizás, también esté atravesado por tradiciones históricas de una sociedad que aspira a un estándar de educación comparativamente significativo, así como también a la posibilidad del uso del tiempo libre como situación pospandémica», resume.