El pasado 26 de febrero, en la costa de la ciudad italiana de Crotona, un naufragio dejó mas de 60 muertos después de que una embarcación -por llamarla de alguna manera- que transportaba de manera precaria a más de 180 migrantes, se estrellara contra las rocas, 28 de los fallecidos eran menores de edad. Los migrantes provenían desde países como Irán, Pakistán, Afganistán y Turquía, donde recientemente se produjo un terremoto que dejó mas de 40.000 muertos. Justamente desde las costas turcas zarpó el barco, de acuerdo con los supervivientes. Tras el naufragio, sus restos junto a decenas de cadáveres fueron arrastrados por las olas hasta la costa del pueblo de Cutro, otros fueron recuperados del mar, mientras que muchos aún se encuentran desaparecidos. De acuerdo con las informaciones que trascendieron, los migrantes habrían pagado cerca de 8000 euros cada uno para poder subirse a esa suerte de bote rudimentario que terminaría con la vida de más de la mitad de ellos. 80 personas sobrevivieron al naufragio, muchos de ellos, menores de edad que quedaron huérfanos debido a que sus padres se encontraban entre las víctimas fatales. Si bien, sucedió a finales de febrero, durante los últimos días cobró notoriedad en la política italiana, debido a la tardía y prácticamente nula reacción del todavía “joven” gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni, quien no visitó el lugar de los hechos.
De hecho, los acontecimientos volvieron a suscitar un debate sobre la crisis migratoria que atraviesa el mundo. Meloni, otrora anti europeista, decidió acudir a sus colegas europeos y pidió “cortar de raíz” la crisis migratoria, es decir, básicamente, no permitir que las personas puedan continuar migrando, especialmente aquellas provenientes de países de África o Medio Oriente. El razonamiento de Meloni es que “cuanto más gente viaja, más gente corre el riesgo de morir”. Por supuesto, esto, si bien, “matemáticamente” es cierto, no deja de resultar extremadamente hipócrita. Si la gente debe abandonar sus lugares de origen en este tipo de condiciones, seguramente no lo hacen por placer, sino más bien obligados por una situación que los excede. El ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, rechazó de forma tajante las denuncias de que las mismas políticas anti inmigratorias del gobierno de Meloni, resultaron contraproducentes y contribuyeron a crear esta situación: “los rescates supuestamente están condicionados o incluso impedidos por el gobierno constituyen una grave falsedad que ofende, sobre todo, al honor y profesionalismo de nuestras fuerzas que laboran a diario en el mar, en condiciones particularmente difíciles”.
Ya desde la campaña, la líder de Fratelli D’ Italia se ha caracterizado por ser crítica y restrictiva, enfatizando la necesidad de controlar mejor las fronteras y reducir la inmigración ilegal, así como la rápida repatriación de aquellos que no cumplen los requisitos para permanecer en el país. La primera ministra defiende la idea de que su país debe “controlar mejor sus fronteras” en orden de reducir la inmigración ilegal, argumentando que la inmigración descontrolada representa una amenaza para la seguridad y la estabilidad del país. También ha propuesto la creación de campos de refugiados en países extranjeros para que los solicitantes de asilo puedan ser procesados allí antes de llegar a Italia. En cuanto a los refugiados y solicitantes de asilo que ya se encuentran en Italia, Meloni ha propuesto la idea de restringir su capacidad de movilidad y reubicación en el país, y ha abogado por su rápida repatriación a sus países de origen si se determina que no cumplen los requisitos para permanecer en Italia. Si bien, debido a que los números exactos pueden ser difíciles de determinar debido a la naturaleza clandestina de la migración ilegal, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y otras organizaciones, hay entre 500.000 y 800.000 migrantes ilegales en Italia.
El papa Francisco, siempre sensible a la problemática migratoria, llamó a arrestar a los traficantes de personas detrás de la catástrofe. De acuerdo con el gobierno italiano, 3 personas fueron arrestadas tras el naufragio, sospechadas de ser traficantes de migrantes. Francisco ha expresado en varias ocasiones su postura sobre la migración forzada y ha abogado por la protección de los derechos de los migrantes y refugiados. En muchas ocasiones llamó la atención sobre la necesidad de acoger, proteger, promover e integrar a las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia, la persecución, o la pobreza, lo que llevó a enfrentamientos con el otrora hombre fuerte de la extrema derecha italiana, Matteo Salvini, hoy diluido en el gobierno de Meloni. En 2018, el Papa Francisco publicó un mensaje en el que afirmaba que «los migrantes, especialmente los que son vulnerables, tienen derecho a una protección integral y a la promoción de sus derechos humanos, civiles y sociales”. Francisco ha criticado duramente, la creciente tendencia hacia políticas migratorias restrictivas como las que propone Meloni, al mismo tiempo que suele pedirle a los líderes mundiales que trabajen juntos para abordar las causas profundas de la migración forzada.
Queda claro que la problemática de la inmigración ilegal es compleja, y por lo tanto, requiere de una respuesta integral que aborde tanto sus causas profundas como las políticas necesarias para garantizar la seguridad y los Derechos Humanos de las personas migrantes. En primer lugar, es necesario abordar las desigualdades económicas y sociales que impulsan la migración, mediante el fomento del desarrollo sostenible, la reducción de la pobreza y la promoción de los derechos humanos. Además, es importante trabajar en la mejora de los sistemas de asilo y migración, facilitando los procesos de solicitud y acelerando los procedimientos de asilo. También se deben fortalecer las políticas de integración y inclusión, para asegurar que los migrantes tengan acceso a la educación, la atención sanitaria y el empleo. Por último, es necesario garantizar la seguridad y los derechos humanos de las personas migrantes, poniendo fin a la violencia, la explotación y la discriminación que a menudo enfrentan en su tránsito y destino. Todo esto requiere de una colaboración internacional y un compromiso político para encontrar soluciones sostenibles y justas. Todas as personas que migran lo hacen buscando un futuro mejor para ellos y para sus hijos, lamentablemente, dadas las circunstancias, uno de los destinos más probables, hoy, es el naufragio.