El Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich expuso una nueva investigación con imágenes satelitales sobre la aceleración de la contaminación orgánica que avanza en el lago San Roque de la provincia de Córdoba. El establecimiento, que pertenece a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y a la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), advirtió sobre los crecientes niveles de algas en el gran espejo de agua en la última década. Estas impactan en el sabor y olor del recurso, y producen un gran nivel de toxicidad para la salud de las personas.
Alba German, becaria del Conicet y autora de este trabajo, señala que hay un crecimiento de la eutrofización, un proceso de contaminación orgánica dado por un exceso de nutrientes, principalmente, fósforo y nitrógeno. E indicó que el principal factor de este proceso sería el ingreso de residuos cloacales al embalse sin un tratamiento adecuado, debido a los incendios y la falta de planeamiento urbano en cuanto al gran aumento poblacional en la zona.
El lago es el principal proveedor de agua potable para la mayoría de los cordobeses y su situación va empeorando con los años. Al respecto, German indicó que ya hace varios años se pueden ver estos cambios en el embalse y que, de seguir así, el problema sería irreversible. “Desde hace muchos años este embalse es clasificado como eutrófico, según el índice de Carlson, que usamos para medir este fenómeno a partir de la concentración de clorofila-a, medida con satélites. La situación ha seguido empeorando y, desde el 2019, pasa el 50% del año en estado hipertrófico, situado en el extremo de la escala. Si esto sigue así, va a ser muy difícil de revertir”, afirmó la investigadora en una conversación con El Resaltador.
Además, la especialista destacó que en 2010 se dio un gran aumento de la concentración de clorofila-a y que, pese a acciones de mitigación de la problemática que se realizaron esporádicamente, continúa empeorando. Por otro lado, en el año 2021, la German ya había publicado un trabajo con la evolución de la concentración de clorofila-a entre 2016 y 2019, donde se advertía que las zonas más críticas coinciden con los dos principales afluentes de embalse, que son los ríos Cosquín y San Antonio.
La investigadora aseguró que las cuencas de esos dos ríos están muy urbanizadas y que el tratamiento de los residuos es insuficiente, por lo que el lago sigue recibiendo muchos nutrientes. “Por la hidrodinámica propia del embalse, esto está afectando directamente a la garganta, zona cercana a la pared del dique, en donde el agua se estanca y se generan las peores floraciones, que además afectan directamente a la toma de agua que provee a Córdoba de este elemento purificado”, concluyó la becaria.
En torno a esta situación, los reclamos por el estado del agua se incrementan con el tiempo, teniendo en cuenta que el San Roque se encarga de la provisión de agua potable del 70% de los cordobeses. Incluso la causa se ha extendido a una denuncia por parte de la Municipalidad de Carlos Paz a la prestataria del servicio de cloacas, la Cooperativa Integral de la ciudad, por volcamiento de líquidos cloacales sin tratamiento.