La neuroprótesis es un tratamiento innovador que se perfila como un gran avance global en la lucha contra la enfermedad de Parkinson.
Marc Gauthier, un paciente francés de 63 años, superó las limitaciones motrices causadas por la enfermedad, que padeció durante más de un cuarto de siglo, gracias a este tratamiento aún en fase experimental.
Este avance es particularmente esperanzador para quienes sufren de Parkinson, ya que, aproximadamente el 90% experimenta trastornos motrices y los tratamientos convencionales suelen tener eficacia limitada.
🔴Un hombre discapacitado por el parkinson recupera la autonomía con un implante medular
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— La Vanguardia (@LaVanguardia) November 7, 2023
Gauthier no había obtenido mejoras significativas con tratamientos previos, como inyecciones de dopamina o electroestimulación, desde 2004.
«Solía caerme frecuentemente, incapaz de caminar. Incluso me quedaba paralizado en situaciones cotidianas, como al usar un ascensor», aseguró.
El éxito de este tratamiento experimental radica en la estimulación directa de la médula espinal, una técnica derivada de estudios previos en pacientes con paraplejia.
En el caso del Parkinson, el dispositivo estimula los nervios para restaurar la elasticidad perdida debido a esta enfermedad degenerativa.
La neuroprótesis consiste en electrodos instalados en la médula espinal, conectados a un neuroestimulador implantado bajo la piel del abdomen, controlable externamente.
Este tratamiento, no solo abre caminos para abordar los síntomas de enfermedades degenerativas que afectan la motricidad, sino que también marca un hito en la personalización médica. Los investigadores advierten que, aunque el ensayo ha sido exitoso con Gauthier, se requiere más optimización para su aplicación generalizada.
La tecnología empleada permite una estimulación selectiva en áreas específicas afectadas por el Parkinson y se espera que futuros dispositivos incluyan algoritmos de inteligencia artificial para una personalización aún mayor.
Tras semanas de rehabilitación, el hombre ahora camina con normalidad, utilizando la prótesis unas ocho horas al día. «La activo cada mañana y la apago por la noche. Ya no tengo miedo de subir escaleras. Cada domingo, camino hasta seis kilómetros. Es increíble», relató.