En su segunda jornada en la Ciudad-Estado de Singapur, uno de los países más ricos del mundo, el papa Francisco apoyó las reivindicaciones de los 300.000 trabajadores migrantes que no reciben los beneficios del resto del país y alertó que el orden internacional “se halla amenazado por conflictos y guerras sangrientas”.
Hablando ante el presidente Thaman Shanmugaratam y las autoridades que le dieron la bienvenida, el papa dedicó su atención a las diferencias sociales y por primera vez en su gira por cuatro países de Asia y Oceanía (Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Este y Singapur) aludió al deterioro de la paz mundial.
Además, el pontífice elogió la fortaleza económica de Singapur como “una prueba del ingenio humano”, pero hizo un llamado a la Ciudad-Estado de cuidar a los más débiles, especialmente los trabajadores extranjeros.