En un mundo cada vez más agitado, la búsqueda de bienestar emocional se volvió una prioridad para muchas personas. Según un estudio reciente de la Universidad de Veterinaria de Madrid, tener un gato como mascota puede ser un factor decisivo en la mejora de la salud mental de sus dueños.
La investigación, que encuestó a más de 1,000 propietarios de gatos, revela que el 78% de los encuestados reportó una disminución significativa en los niveles de estrés y ansiedad desde que adoptaron a su felino.
La presencia de un gato proporciona una sensación de calma y confort, lo que puede ser especialmente beneficioso en momentos de alta tensión emocional.
La interacción con los gatos no solo ofrece compañía, sino que también fomenta la creación de rutinas diarias, lo cual es fundamental para quienes sufren de depresión o trastornos de ansiedad. Cuidar de un animal requiere responsabilidad, lo que puede ayudar a las personas a mantener una estructura en sus vidas.
Además, el simple acto de acariciar a un gato libera endorfinas y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Este fenómeno se conoce como «terapia animal», y está ganando terreno como una alternativa complementaria a la medicina tradicional.