BRASILIA.- Mientras el presidente Jair Bolsonaro sigue desafiando las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al punto que ayer amenazó con echar al ministro del área, Luiz Henrique Mandetta, por respaldar las cuarentenas decretadas por los gobernadores; el coronavirus sigue avanzando a velocidad peligrosa en Brasil. Ayer, el vecino país reportó 67 muertes en un día para totalizar 553 fallecimientos, mientras que el número de contagios ascendió a 12.056, aunque los especialistas calculan que es apenas el 10% de los enfermos reales.
El gran fantasma que comienza a asomar está empero en las favelas, ya que se trata de espacios con altísima densidad poblacional en las peores condiciones higiénicas, donde viven cerca de 15 millones de personas. El domingo se confirmaron los primeros cuatro contagios en La Rocinha, la mayor favela de Río de Janeiro y del país, mientras que ya se habían registrado otros casos en las favelas de Cidade de Deus, Parada de Lucas, Vidigal, Mangueira y Complexo do Alemão, todas de la ciudad turística que ostenta más de 1.000 infectados.
Las favelas suelen estar dominadas por los grupos de narcotraficantes, que manejan la ley a su gusto: de hecho, se hizo viral en las redes sociales alertas lanzadas por las milicias ilegales que desde marzo impusieron un toque de queda a la noche en favelas como La Rocinha o Cidade de Deus. Vale recordar que, a diferencia de San Pablo, Río no implementó aún la cuarentena, aunque sí recomendó a sus habitantes permanecer en sus casas.