El lunes pasado, Donald Trump inició su segundo mandato no consecutivo como presidente de los Estados Unidos. Este regreso a la Casa Blanca marca el comienzo de una nueva fase en la política estadounidense, un período que promete ser tan continuista como profundamente transformador. La percepción del impacto de su gobierno, especialmente en América Latina y en la política mundial, no es sólo una extensión de su primer mandato, sino una intensificación de las tensiones que caracterizaron su administración anterior. Bajo este nuevo mandato, la política exterior de Trump parece encaminada a romper con el orden global establecido, alterando las dinámicas políticas, económicas y sociales a nivel internacional.
Uno de los pilares clave de este segundo mandato es la continuación de su política proteccionista, una de las características más destacadas de su primer mandato. Este enfoque podría tener repercusiones profundas sobre las relaciones comerciales a nivel mundial. En particular, la postura de Estados Unidos frente a acuerdos multilaterales y compromisos internacionales podría experimentar un retroceso significativo. En su primer mandato, Trump ya retiró a EE.UU. del Acuerdo de París y en el arranque de esta nueva gestión ya reafirmó esa postura, profundizando la desconexión de su país con los esfuerzos internacionales para mitigar el cambio climático.
Si bien los efectos de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París fueron graves para el esfuerzo global contra el cambio climático, este segundo retiro tendría consecuencias aún más desastrosas, especialmente para América Latina, una región particularmente vulnerable a fenómenos climáticos extremos como huracanes, sequías e inundaciones. La falta de apoyo para la adaptación y la mitigación de desastres naturales pondría en peligro la estabilidad política, económica y social de muchos países latinoamericanos.
Otra área en la que Trump ha mostrado un enfoque regresivo es en el campo de los derechos humanos y la justicia social. Durante su primer mandato, el gobierno de Trump adoptó medidas que fueron vistas como retrocesos en los avances logrados en términos de inclusión y protección de los derechos de minorías y poblaciones vulnerables. Con su regreso a la presidencia, se prevé que este patrón se profundice.
La justicia de género, los derechos reproductivos y la protección de las comunidades LGBTQ+ serán algunas de las áreas más afectadas por las políticas de su administración. En una época en la que muchos países de América Latina avanzan hacia una mayor inclusión y equidad, las políticas de Trump podrían frenar estos avances. Su administración podría recortar los fondos destinados a la protección de los derechos reproductivos y a las organizaciones que defienden los derechos de género y etnias, lo que contribuiría a perpetuar las desigualdades estructurales tanto en EE. UU. como en la región latinoamericana.
Sin lugar a dudas, la política migratoria será uno de los temas más sensibles del segundo mandato de Trump. Durante su primer periodo presidencial, Trump adoptó políticas que endurecieron las restricciones a la inmigración, y se espera que en su nuevo mandato esta tendencia se intensifique. Es probable que se eliminen programas como el DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) y el Estatus de Protección Temporal (TPS), que han beneficiado a miles de inmigrantes en EE. UU. Además, Trump ha expresado su intención de llevar a cabo deportaciones masivas, lo que podría resultar en operativos a gran escala, con la participación de las fuerzas militares.
Este enfoque no sólo podría generar una crisis humanitaria en EE. UU., sino que también tendría un impacto devastador en América Latina, especialmente en países como México, Honduras, Guatemala y El Salvador, cuyas economías y sistemas sociales ya enfrentan grandes desafíos debido al flujo de migrantes. La intensificación de las políticas migratorias podría agudizar las tensiones en la región, creando nuevas crisis humanitarias y políticas que afectarán a millones de personas.
Uno de los eventos más polémicos en los primeros días del segundo mandato de Trump ha sido su defensa de los indultos otorgados a los participantes del ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021. Trump consideró que las sentencias impuestas a los involucrados, incluidos los líderes de los grupos extremistas Proud Boys y Oath Keepers, fueron «ridículas y excesivas» y defendió la decisión de perdonarlos, argumentando que estos individuos «realmente aman a su país». La postura de Trump ha reavivado el debate sobre el papel de los Proud Boys en la política estadounidense, sugiriendo que, tras los indultos, el grupo podría encontrar un lugar en el escenario político, lo que aumenta las tensiones y polariza aún más el clima político interno.
En el ámbito interno, Trump no tardó en mostrar su estilo autoritario, comenzando su primer día completo en la Casa Blanca con una serie de despidos de más de 1.000 funcionarios designados por la administración anterior. Utilizando su famosa frase «YOU’RE FIRED» (¡Estás despedido!), Trump dejó claro que su gobierno se regiría por su visión, sin tolerancia hacia quienes no compartieran sus ideales.
A nivel económico, Trump dio un gran paso al anunciar una inversión de hasta 500 mil millones de dólares en infraestructura de inteligencia artificial, con la creación de la empresa Stargate, en colaboración con líderes tecnológicos como Masayoshi Son de SoftBank, Sam Altman de OpenAI y Larry Ellison de Oracle. Esta iniciativa refleja su enfoque de avanzar en el dominio de tecnologías emergentes, buscando consolidar a EE. UU. como un líder en el campo de la inteligencia artificial.
El regreso de Trump también estuvo marcado por su participación en un servicio religioso de inauguración en la Catedral Nacional de Washington. Sin embargo, Trump calificó el servicio como «no demasiado emocionante» y minimizó el llamado de la obispa Mariann Budde, quien pidió al presidente que mostrara compasión hacia las comunidades LGBTQ+ y los inmigrantes indocumentados. Este desdén hacia las críticas religiosas podría reflejar un endurecimiento en su postura hacia sectores progresistas y un enfoque más centrado en su base conservadora.
En cuanto a la agenda política, Trump comenzó a trabajar estrechamente con líderes republicanos, como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y el líder de la mayoría del Senado, John Thune, para definir las prioridades de su gobierno. Entre las propuestas más destacadas se encuentran los recortes de impuestos para los ricos y las deportaciones masivas, que seguirán siendo piezas clave de su propuesta política en los próximos años.
El segundo mandato de Donald Trump no será solo una continuación de las políticas previas, sino una profundización de sus enfoques más radicales en diversos aspectos de la política interna y externa de Estados Unidos. América Latina, en particular, se verá afectada por un período de inestabilidad y tensión, con políticas migratorias más restrictivas, una mayor confrontación en el ámbito comercial y una reconfiguración de la cooperación internacional. Además, los retrocesos en derechos humanos y los problemas asociados con el cambio climático podrían profundizar las desigualdades en la región.
A nivel global, el mundo se encuentra en un punto de quiebre, y las decisiones que tome Trump durante este mandato no solo cambiarán el rumbo de la política de Estados Unidos, sino que también alterarán las dinámicas globales en las próximas décadas. En este sentido, su segundo mandato marcará una era de incertidumbre y desafíos, donde las tensiones económicas, geopolíticas y sociales se intensificarán, afectando a América Latina y al mundo entero.