Frente a las complejidades en el aprendizaje de la lectura y la comprensión de textos en las aulas, y aún más con los dispositivos digitales, especialmente teléfonos inteligentes que alteran los mecanismos de atención, el panorama educativo actual plantea desafíos que exceden ampliamente lo pedagógico.
En ese contexto, las voces de especialistas cobran un valor clave. Valeria Abusamra, Licenciada y Doctora en Lingüística, investigadora del CIIPME CONICET y referente en el estudio de los procesos de lectura y escritura, lleva años dedicándose a desentrañar los mecanismos que nos permiten —o nos impiden— comprender lo que leemos. En una entrevista con Hoy Día Córdoba, Valeria abordó las múltiples dimensiones que hoy condicionan la adquisición de habilidades lectoras: el impacto de la desigualdad social, el rol de la familia, el uso de tecnologías y la necesidad de repensar la formación docente.
Particularmente, la profesional destacó su profunda fascinación por la complejidad del cerebro humano, que es una mezcla de asombro constante y respeto intelectual que sigue alimentando su curiosidad científica incluso después de años de investigación. Para ella, el asombro es motor esencial de la ciencia: “Hay un concepto que me gusta mucho respecto de la ciencia y que tiene que ver con la idea de que trabajamos con un borrador de la verdad. Estamos trabajando por algo que probablemente dentro de unos años no sea tan funcional, no sea el camino que hubiéramos tomado en ese momento. Entonces creo que la sorpresa y la humildad para reconocer que los hallazgos pueden cambiar ‘verdades establecidas’ es un poco la base de todo esto”.
En cuanto a lo que la ciencia ha logrado descubrir sobre el lenguaje y la lectura remarca que hay cosas que todavía le resultan casi increíbles: “A veces, la realidad que observamos parece salida de una película de ciencia ficción”. Bajando eso a su especialidad, Valeria ejemplificó: “La lectoescritura no es una habilidad natural, sino un invento cultural reciente que surgió hace unos 5.500 años, demasiado poco como para haber sido moldeado por la evolución biológica. Lo mágico es que la cultura aprovecha la plasticidad cerebral y reutiliza circuitos preexistentes para nuevas funciones. Por eso, se ha planteado que un cambio en la conducta puede llevar a un cambio en el cerebro: la alfabetización cambia el cerebro y desarrolla una red de áreas especializadas para reconocer, comprender y pronunciar palabras escritas”.
Aunque la lectura sigue siendo una herramienta poderosa y transformadora, su enseñanza en el contexto escolar enfrenta hoy desafíos cada vez más complejos. En las aulas, enseñar a leer, y sobre todo a comprender lo que se lee, se ha vuelto una tarea atravesada por múltiples obstáculos. En ese marco, Abusamra habla de un entramado de factores, desde cambios en ciertas funciones como la atención y la memoria hasta transformaciones sociales y culturales. “Estamos frente a una coyuntura en la cual intervienen muchísimos aspectos. Las tecnologías, la realidad socio-económica y cultural de las familias, los hábitos lectores… todo eso debería llevarnos a replantear las prácticas educativas”.
Oportunidades educativas y desigualdad social
A su vez, la investigadora se refirió a las diferencias en el rendimiento de los alumnos de escuelas públicas y privadas, destacando un concepto que va más allá del tipo de institución: las oportunidades educativas. Sobre esto, comentó que aunque los resultados de algunas pruebas como PISA o Aprender muestran que, en promedio, hay mejor desempeño en las instituciones privadas, esas cifras no reflejan toda la realidad. “Cuando equiparamos las oportunidades educativas, que tiene que ver con la cantidad de situaciones de clases a las que un chico o chica se exponen en un año, las diferencias entre escuela pública y privada se desdibujan”, sostiene.
Pero, ¿qué pasa cuando las oportunidades no están garantizadas desde el inicio? Allí, la desigualdad social emerge como uno de los factores más decisivos. “La desigualdad social afecta la vida total de ese niño”, advierte Abusamra. Desde el desarrollo temprano del lenguaje hasta las posibilidades de acompañamiento familiar en el hogar, las diferencias comienzan mucho antes del ingreso formal a la escuela. “En Estados Unidos se ha hablado de la brecha de las 30 millones de palabras entre niños de distintos contextos socioeconómicos al llegar al aula”, explica. Esa brecha, si no se trabaja activamente desde la escuela, con el tiempo se profundiza.
En este sentido, la doctora subraya el rol esencial de las familias en el desarrollo de habilidades lingüísticas tempranas. “Hogares que tienen bibliotecas, que tienen padres lectores, que les leen a sus hijos, que les conversan, generan una gran ventaja que tendrá un impacto positivo en el desarrollo posterior de la lectoescritura”, afirma. Sin embargo, advierte que “sería un error” considerar que con solo lo que hacen las familias es suficiente y agrega: “En sociedades desiguales, es muy importante el papel de la escuela para equiparar esas oportunidades”.
El impacto del celular en la atención: zapping y superficialidad
En cuanto a las tecnologías digitales, lejos de demonizarlas, Valeria da una mirada crítica y equilibrada: “Hoy yo creo que es impensable evitar la tecnología, no tenemos que hacerlo tampoco, sí me parece que hay cosas que se pueden evitar, como el uso del celular en la escuela. El problema no es el dispositivo digital en sí mismo como puede ser una tablet o una computadora, sino los fenómenos que se generan a partir de la lectura en el celular”.
El smartphone, según señala, agrupa múltiples funciones y se convierte en un factor de distracción potente. “Se ha reportado un fenómeno conocido como mente errante, que lleva a que se generen distracciones constantes y se haga muy difícil concentrarse para una lectura profunda: se activa una alarma, me llaman por teléfono, veo TikTok. Entonces todo eso me desvía de la atención que tengo que poner para poder hacer una lectura consciente y sostenida”.
Otro fenómeno que destaca, asociado al uso del celular es el de la superficialidad: “Estamos frente a una actitud casi de zapping frente a la información cuando leemos, especialmente en los celulares”.
En este escenario tan dinámico y desafiante, ¿qué cambios deberían impulsarse desde las políticas públicas? Aunque reconoce que su área es la investigación y no la gestión, Abusamra tiene claro por dónde debería comenzar la transformación: la formación docente. “Yo admiro profundamente el trabajo que hacen los docentes, creo que es un trabajo casi heroico”, dice. Sin embargo, insiste en que frente a los nuevos desafíos del siglo XXI, es urgente repensar qué y cómo se enseña en los institutos de formación docente. “Deberíamos pensar y replantear la formación docente para poder generar un cambio que llegue de manera directa a la escuela”, sostiene.
En un país donde los niveles de comprensión lectora están en declive y la escuela parece luchar contra una marea de transformaciones culturales, económicas y tecnológicas, la mirada de Valeria Abusamra invita a pensar el problema más allá de las recetas fáciles. Comprender un texto es mucho más que saber leer palabras. Es, en palabras de la propia lingüista, “una habilidad cultural” que se construye con tiempo, contexto, oportunidades y acompañamiento.
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