El proyecto Starship, de Elon Musk, sufrió un revés durante el día de hoy, cuando el prototipo SN8 fue sometido a un rápido evento de desmontaje no programado, mientras intentaba aterrizar después de una prueba de vuelo suborbital a gran altitud.
La aeronave no estaba tripulada y realizaba una prueba de vuelo a 12 kilómetros de altura.
El incidente ya había sido vaticinado por Musk, al admitir que el cohete tenía pocas probabilidades de éxito completo en el primer intento. «Muchas cosas tienen que resultar bien, así que quizás hay una entre tres probabilidades» de que la nave aterrice en una sola pieza, dijo previamente el CEO de la compañía espacial.
A pesar de los inconvenientes, el magnate sudafricano felicitó al equipo de SpaceX, al tiempo que explicó que «la presión del tanque de combustible fue baja durante el aterrizaje, lo que causó que la velocidad de aterrizaje fuera alta».