Sr. Director:
Conocidos mundialmente como los mejores violines de toda la historia, aun los Stradivarius, ejecutados por manos inexpertas, son instrumentos que potencialmente pueden desarmonizar una sinfónica. Con este paralelismo ambicioso, pero no poco auspicioso, quisiera hacer referencia a la digitalizacion del Poder Judicial de Córdoba. Esta tan ansiada despapelizacion” de los expedientes, que, si bien a los letrados litigantes nos ha liberado de importantes cargas circunstanciales, tales como cargos de hora, colapsos por desperfectos de impresión, entre otros, ha puesto sobre nuestra cabeza la necesidad imperiosa de nuevos aprendizajes, un esfuerzo superlativo para los letrados de otras generaciones, una inversión en tecnología en plena crisis económica y la despersonalización de nuestra tarea cotidiana.
No obstante, necio sería afirmar que la digitalización del Poder Judicial, afinadamente ejecutada, podría potenciar el rendimiento y productividad de la mayoría de los colegas, con ello beneficiar a nuestro público -los justiciables-, y así ensalzar a la administración de Justicia toda. Pero una orquesta que se precie de tal requiere del profesionalismo y compromiso de todos quienes la conforman. Así las cosas, la descoordinación entre quienes debimos aggiornarnos” en semanas, en contraposición a aquellos que vienen componiendo las partituras desde hace años, nos coloca hoy al borde una situación de colapso.
La presencialidad distribuida del personal del Poder Judicial, la no unicidad de criterios y, por sobre todo la falta de ensayo” de esta orquesta que conformamos todos, genera demoras evitables, inseguridad jurídica y una pérdida de tiempo -paradigma que precisamente se quiso evitar.
Tedioso sería ahondar en detalles procesales ejecutados en el acorde equivocado, pero sería injusto no remarcar que si el objetivo de esta modernización era facilitar la tramitación de las causas, hoy se ha logrado burocratizar lo sencillo, mediante la deficiente ejecución del sistema del expediente electrónico, en algunos fueros más que en otros, y siempre dependiendo del músico que deba interpretar su solo”. Hay fueros que aún no comprenden el sistema, otros funcionarios que no fueron adecuadamente capacitados y otros, que, en ropa cómoda, juegan a las escondidas ante la recepción de las presentaciones. Las cabezas del Poder Judicial lo saben y han bregado por un mayor esfuerzo de los ejecutores, no obstante, aun el resultado es tosco, la armonía disonante.
Con urgencia necesitamos que la orquesta que conformamos todos, esté a la altura del instrumento que nos han facilitado, pero, para ello, no hay más tiempo, la fecha se aproxima y para quienes estamos en la vidriera de la Justicia -los abogados- esta necesidad es para ayer”.
Lo que a la desprevenida lectura de cualquiera, parecería una crítica destructiva, lejos está de serlo. Tal como inicie el texto, remarco que tenemos el Stradivarius, sólo nos resta afinarlo para que suene como fue concebido a hacerlo.
Karina Zeverin Alfieri