Una fotografía del impacto que genera el ser humano al medioambiente que lo rodea lo revela el comportamiento que asume nuestro león de montaña en campos y sembradíos de Córdoba.
Las vidas de Samu, en el Valle de Punilla, y la de Kunan, en Calamuchita, están atravesadas por un mismo destino: pese a ser animales de montaña ambos han sido condenados al cautiverio y viven en centros de rescates en medio del cordón serrano de Córdoba. Sus historias son una fotografía de una problemática que involucra a todo el ecosistema local y la supervivencia misma del bosque nativo.
Samu es una cachorra de puma que vivía en una madriguera cuando una trilladora le pasó por encima, hiriendo a la pequeña, a su hermana y espantando a su madre. Ambas felinas resultaron gravemente heridas, fueron encontradas cuando estaban siendo comidas por caranchos. Su hermana no sobrevivió, pero Samu fue rescatada con el húmero derecho roto y la oreja cortada. Debido a los traumas y las horas sin recibir alimento sufre de episodios convulsivos. Hoy su nuevo hogar es el centro de rescate Proyecto Carayá, un santuario ubicado a 11 kilómetros de La Cumbre, por camino de montaña. Del otro lado del cordón serrano vive Kunan, que en quechua significa ahora”, una cría de puma encontrada y extraída de su ambiente que fue rescatada por Kai Pacha, en la reserva natural Pumakawa en Villa Rumipal.
Desde que el yaguareté se extinguió en la provincia, allá por 1936, el puma pasó a ser el felino más grande que habita en este territorio y, si bien su especie hoy no corre riesgo de extinción, sus cambios de conducta son un diagnóstico de la época y un síntoma del estado del ambiente, que lo encuentran en una situación vulnerable. Los pumas marcan las heridas del ambiente, son quienes nos muestra que estamos en un ambiente empobrecido. Roban ganado de los corrales porque no tienen presas silvestres para su dieta”, comenta Kai en conversación con HOY DÍA CÓRDOBA, su organización se propone contribuir a la conservación de animales y la restauración del monte nativo. También trabaja con decenas de productores ovinos locales para evitar que los corrales de ganado terminen siendo el escenario de encuentro con los también llamados leones de montaña”.
La principal amenaza que actualmente sufre el puma en Córdoba es la situación de su hábitat, a partir de la intervención humana sin planificación en la agroindustria, el desarrollo urbanístico y el trazado de rutas sin corredores naturales; a ello se agregan los incendios forestales y, ya en menor grado, el mascotismo y la caza. El puma se queda sin monte, pero tiene una característica que lo distingue y es que es super adaptable, entonces ante la situación de menos territorio y menos presas para comer en lugar de extinguirse se adapta y cambia de dieta. En lugar de comer presa silvestre come animales de corral”, explica Kai. Aparece entonces la segunda amenaza que resiste este mamífero carnívoro: la percepción social, esto es, el humano –cada vez más encima de su territorio- que ve al depredador mayor como un ser perjudicial cuando en cambio tiene una función clave dentro del ecosistema, esto es, equilibrar las poblaciones de otros seres vivos como vizcachas y cuises. Está comprobado que si el puma encuentra presas silvestres no ataca el ganado”, remarca Kai.
Estrategias para coexistir
Ante el escenario exhibido, Kai Pacha transmite una reflexión que en Pumakawa se traslada a un proyecto concreto. Trabajamos con más de 150 productores ovinos agrupados en la Cámara de Ovinos de Córdoba (Capoc) y el plan para 2022 es ir al terreno, mate en mano, para conocer la realidad de cada productor. Venimos de muchos años de peleas entre conservacionistas y productores y eso no lleva nada. Hay que encontrar la manera para que los trabajadores del campo puedan producir y eso no impacte en la vida silvestre. Se trata de negociar entre todos”, afirma la trabadora social que comenzó a involucrarse con la vida silvestre hasta hacer de su protección una forma de vida y un trabajo de tiempo completo. En esta conversión, es que Karina Maschio decide trocar su nombre por el de Kai Pacha, una palabra de raíz quechua que hace referencia al mundo de aquí y está representado por un puma, tal cual lo explica en su portal pumakawa.org.
Este cuadro de situación dio origen a Proyecto Cacu que, a través del asesoramiento de biólogos del Conicet, facilita técnicas y herramientas a productores ovinos para solucionar el impacto que el puma hace sobre sus animales. Los productores han estado trabajando desprevenidos. Existen formas de ahuyentar al felino sin la necesidad de atacarlo o entrar en contacto con él”, explica Kai. Una de las formas es repoblar de vizcachas y tolerar la permanencia de colonias de ellas en alguna porción del campo. En 1907 se declaró plaga la vizcacha y se la exterminó. Las poblaciones actuales necesitan una reubicación y una puesta en valor”, distingue la titular de la reserva a la vez que llama a no repetir las prácticas de hace cincuenta años cuando nuestros abuelos o bisabuelos, muchos de ellos inmigrantes y poco conocedores del territorio, las perseguían y mataban, sin comprender los beneficios que conlleva su presencia”.
Sobre este punto, Kai desmitifica la idea tan arraigada de que la vizcacha hace pozos y no sirven para nada” porque este roedor al hacer galerías sobre la tierra la oxigena para albergar a otros animales como lampalaguas, lechuzas y teros. De esta manera se crean pequeños sistemas que luego son intervenidos por el puma para su alimentación: Son pequeños montecitos que evitan que el puma tenga que atacar a otras especies. Sobre esto hay estudios”.
La realidad se presenta tanto en las zonas serranas de la provincia como en la llanura, porque ejemplares de puma hay en todo el territorio. Como dato, Kai revela que en el caso de las colonias de vizcachas, hay campos en el Valle de Calamuchita que tienen superpoblación de ejemplares, mientras que en otras regiones como en Ongamira hay faltante por lo que se está trabajando en su traslado y repoblación. En la llanura también hay faltante de vizcachas pero allí vemos resistencia de las personas a aceptarlas”, sostiene.
Otra técnica que facilita la coexistencia armoniosa en el campo a partir de la intervención del hombre es sumar burros y mulas mientras los animales pastorean porque ofician de protectores; también colocar luces intermitentes en los corrales cuando se encierra durante la noche al ganado porque espantan al felino que relaciona los destellos con la presencia humana; y la incorporación de perros guardianes de la raza Maremmano Abrucezze.
Que el puma esté en mejor situación nos beneficia a todos, significa que el monte está bien. Y en Córdoba hemos destruido el monte. Entonces, este felino es una puertita que nos da la oportunidad de reconstruir algo del daño que hemos hecho en estos cien años, cuando pasamos de tener 12.000.000 de hectáreas a la actualidad, donde sólo nos quedan 350.000 hectáreas siendo generosos”, advierte Kai.
Conocer la reserva
La reserva natural Pumakawa tiene una trayectoria de 30 años, puede visitarse los fines de semana y días feriados. Además de contar con 14 ejemplares de puma, uno de ellos es el cachorro Kunan, ofrece un sendero a pie para conocer animales en recuperación como el gato montés, pecari tajacu, coipo, guanaco, llama, tortuga, zorro gris, loro hablador, liebre mara, mono carayá, mono caí y animales de corral. Cada animal tiene su historia, muchas veces, de mascotismo o maltrato previo que no permiten su reinserción en la naturaleza”, aclara Kai.
También ofrece un vivero que posee un amplio grupo de plantines de diferentes especies que se pueden adquirir, y un banco de semillas nativas, con 50 especies originarias de la zona.
El bono contribución para los mayores es de 500 pesos y los menores hasta cuatro años deben abonar 200 pesos. Al ser una asociación civil sin fines de lucro se puede colaborar para su financiamiento y desarrollo a través de la donación, el padrinazgo de animales y el voluntariado. Por más información se puede consultar en pumakawa.org