Por un viejo Nokia
Cuando la vida no vale nada, hasta los demonios más miserables pueden ganar. Los daños no se miden y Thanatos se impone descaradamente. No encuentro otro modo de describir el crimen de Gabriel Córdoba, de 21 años, en un descampado de barrio Comercial. Por este hecho, la Cámara Séptima con Jurados Populares se apresta a juzgar a Jonathan «Popeye» González y Raúl Guzmán, de 29 y 36 años respectivamente, acusados de homicidio en ocasión de robo.
Era la tarde del domingo 26 de mayo del 2019, cuando Gabriel acompaño a su padre a la parada de colectivos de Vélez Sarsfield al 6100. Mientras esperaban, el papá se retiró unos metros para orinar y, en esa circunstancia, fue sorprendido por los dos delincuentes, que se movilizaban en una moto. Al ver la situación, la joven víctima corrió a ayudar a su padre, quien se había trenzado en lucha contra los ladrones. Fue entonces que uno de los cacos sacó un revolver y le disparó dos proyectiles que le impactaron en el pecho. Desesperadamente fue llevado al Hospital Príncipe de Asturias, donde finalmente falleció.
Gabriel Córdoba trabajaba como albañil y vivía en Los Cortaderos, en una humilde casita, junto a su compañera y una hija de dos años. En cuanto a sus presuntos asesinos, solo se llevaron un viejo teléfono Nokia 1100. Cuando la vida no vale nada.
Guión sangriento
Con la reanudación de la actividad tras la feria judicial, se iniciará en la Cámara Doce del Crimen, un juicio asombroso de otro femicidio que el 3 de junio del 2019 sacudió la modorra de Anisacate.
Se trata del asesinato de Aydeé Palavecino, de solo 18 años. El acusado (y casi seguramente condenado) Facundo Giménez, de 23 años, imaginó cuatro crímenes que ni siquiera Quentin Tarantino se hubiera atrevido a filmar en su inolvidable Tiempos Violentos” (Pulp Fiction”).
Giménez quería matar a sus suegros, a Aydeé y a la bebita de ambos, de solo 2 meses de vida. Para consumar semejante atrocidad, planificó y anotó cada una de las etapas, desde los elementos que iba a usar hasta los modos en los que iba a terminar con las vidas de las víctimas.
Vale la pena, por lo increíble de este hecho, repasar textualmente un tramo de estas enloquecidas anotaciones: «Herramientas: martillo fuerte. Un vehículo para ir y volver solo. Guantes. Idea y Plan: matar a la mamá de Aydeé sin dejar huellas de que parezca que ella estaba laburando y se cae y se golpea muy fuerte la cabeza que muere. Lo que tengo que hacer 1) Ir en moto de Poloski con casco antiparras para que no me reconozcan, entrar directo a la madre, pegar sin pensar dos o tres martillazos fuertes en la cabeza. Donde tenga pelo para no hacer tan notorio el golpe…»
A la hora de poner en práctica su plan, los detalles se perdieron y, si bien hirió a los suegros, fue su ex pareja quien se llevó la peor parte, al recibir una herida mortal de cuchillo en el cuello. La prueba que lo involucra a Giménez es abundante y la única condena posible es la prisión perpetua. Como rasgo distintivo, este asesino quedará en la historia como el femicida del guion macabro.