Un siniestro hallazgo indignó a la población de Canadá y desató una furia que no se había visto en la nación desde hace varias décadas. En distintos internados propiedad de la iglesia católica a lo largo del país fueron encontrados cientos, incluso miles, de restos humanos pertenecientes a niños de pueblos originarios.
Los primeros hallazgos sucedieron en el mes de mayo, cuando una comunidad indígena del oeste del país, los tk’emlúps te secwépemc, declararon haber encontrado, por lo menos 215 niños enterrados en la antigua residencia escolar de Kamloops. A partir de esto, se dieron varios hallazgos más que hacen pensar, además, que probablemente existen aún algunos por encontrar. Los cowessess, de Saskatchewan, encontraron 751 tumbas sin marcar en lo que fue entre 1899 y 1996 un internado escolar, a 2.500 kilómetros de la ciudad de Toronto.
El primero de Julio, incluso, en varias ciudades se suspendió la celebración del Día de Canadá, cuando se conmemora la fundación del país en 1867.
No es una discusión nueva en Canadá, en los últimos años la situación de los niños de los pueblos originarios que estuvieron a cargo de la iglesia católica es tema de agenda y debate nacional.
Ya en 2017, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, había instado al papa Francisco a que viaje a Canadá para pedir disculpas en nombre de la iglesia”, por los cientos de casos de abusos registrados contra niños de las comunidades indígenas a lo largo del siglo XX.
Cerca de un 30% niños de estas comunidades fueron llevados a la fuerza a las residencias”. El proyecto de la iglesia era educar a los pequeños, pero luego formaron parte de una campaña del gobierno, que tenía como objetivo erradicar la cultura indígena”. Los abusos, tanto sexuales como físicos, de todo tipo, eran habituales en estas residencias.
De acuerdo con el actual gobierno, la mitad de los menores internados murieron de tuberculosis y otras enfermedades. La gran mayoría de los que lograron sobrevivir contaron abusos psicológicos, físicos y sexuales.
La Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá calificó, en 2015, a estas prácticas como un genocidio cultural”. El gobierno ya pidió perdón de manera oficial a los indígenas en 2008, mientras que Benedicto XVI había expresado su tristeza” por esta situación en 2009. Recientemente, Trudeau volvió a exigirle al papa que viaje a suelo canadiense para pedir disculpas, allí, en nombre de la institución.
El premier, católico y de educación jesuita, defensor de los derechos de la comunidad LGBTIQ+, siempre tuvo buen diálogo con Francisco. Trudeau recordó que, en 2017, cuando se encontró con el papa en el Vaticano se lo había solicitado: He hablado de forma directa en persona con Su Santidad el papa Francisco, para insistir en lo importante que es no solo que se disculpe, sino que se disculpe con los indígenas canadienses en suelo canadiense”. De acuerdo con el primer ministro, la cúpula de la iglesia está participando de manera muy activa en qué pasos pueden tomarse a continuación”.
Lo cierto es que, más allá de lo siniestro del hallazgo, lo que surge a partir de los informes de la Comisión por la Verdad es aún peor. Los niños que se encontraban en las residencias” eran sometidos a todo tipo de vejámenes psicológicos, físicos y sexuales; entre otras prácticas se les realizaban evaluaciones intrusivas que incluían extracciones arbitrarias de sangre, se los privaba de alimentos, nutrientes y vitaminas necesarias para el desarrollo de un niño, y se los castigaba duramente si hablaban su idioma.
En 1940, debido a que el Consejo Canadiense de Nutrición declaró públicamente que más del 60% de los canadienses estaba mal alimentado, los experimentos aumentaron. Básicamente, los niños indígenas eran utilizados como cobayos en experimentos que no podrían pasar ningún tipo de filtro ético o humanitario. Por ello es por lo que se habla, con amplios y probados elementos, de genocidio cultural”. Desde el Código de Nüremberg, promulgado en 1947, el consentimiento voluntario para participar de cualquier tipo de investigación científica es imprescindible. A su vez, se debe evitar cualquier tipo de sufrimiento físico y/o psicológico innecesario.
La mayoría de los niños murieron victimas de la desnutrición, daños físicos causados por los castigos y, básicamente, abandono de quienes se suponía debían cuidarlos.
Como suele suceder con los países cuando no logran resolver hechos traumáticos de su historia, hoy el pasado vuelve para ocupar la centralidad del debate público. Las comunidades originarias, victimas de persecución durante décadas, reclaman las disculpas, pero también el resarcimiento económico que les corresponde.
Canadá aún intenta cerrar las heridas de su pasado reciente. Una historia terrible de torturas, muertes, y persecución a otros seres humanos. Por supuesto, la iglesia tiene un rol insoslayable en esto, pero también el mismo Estado. Una nación vista desde afuera, pero también hacia adentro, como pacífica y respetuosa de los Derechos Humanos no solo ha horrorizado a la comunidad internacional con los descubrimientos recientes, sino también, y principalmente, a sí misma.