En efecto, nuevos hallazgos demostraron que la variante comenzó a propagarse antes de lo que se suponía, cuando el mundo aún estaba con su guardia baja: Países Bajos informó que Ómicron ya estaba en la nación antes de que Sudáfrica diera la alarma.
El Instituto de Salud y Medio Ambiente (RIVM) de Países Bajos (ex Holanda) dijo que encontró la cepa en muestras de dos personas tomadas el 19 y el 23 de noviembre, antes de que Sudáfrica informara a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la detección de la variante, el 24 de noviembre. Además, Alemania informó ayer la detección de un nuevo caso en una persona que no viajó al extranjero ni estuvo en contacto con nadie que lo hubiera hecho, residente en una ciudad del estado más afectado por el feroz pico de contagios que atraviesa la potencia europea.
Los anuncios llegan un día después de que autoridades de Escocia anunciaran que entre sus primeros casos de Ómicron había personas que no habían viajado y dijeran que “ya podría haber algo de transmisión comunitaria de esta variante”; mientras que Portugal descubrió que 13 jugadores de un club de fútbol de primera división estaban infectados, aunque solo uno de ellos estuvo en Sudáfrica.
La variante ya ha sido detectada en países de todos los continentes, incluida Latinoamérica, donde Brasil anunció ayer sus dos primeros enfermos (un viajero y su esposa que llegaron desde Sudáfrica). Aún no está claro dónde o cuándo surgió, pero eso no evitó que muchos países se apresuraran a imponer restricciones de viajes, especialmente a personas procedentes del sur de África, donde se asumió que se generó la nueva cepa.
Sudáfrica criticó esas medidas y la OMS insistió ayer en que no son eficaces, además de afectar vidas y economías.
“La respuesta mundial deber ser calmada, coordinada y coherente”, aseveró el director general de la agencia sanitaria, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien consideró que “comprendo la preocupación de todos los países por proteger a sus ciudadanos contra una variante que todavía no entendemos perfectamente. Pero también estoy preocupado por el hecho de que varios Estados implanten medidas generales y brutales que no están fundadas en pruebas ni son eficaces de por sí, y que no harán más que agravar las desigualdades”.
“Cuanto más dejemos que la pandemia se eternice, sin remediar las desigualdades en materia de acceso a las vacunas (…), más posibilidades le estaremos dando al virus de que mute de un modo que no podemos ni anticipar ni impedir”, completó Tedros.