Un agravamiento de las tensiones sucedió ayer en la zona del este ucraniano, tras denuncias de un bombardeo, justo el día en que la ONU evaluaba la aplicación de acuerdos en la región firmados en 2015.
Al este de Ucrania se ubican Lugansk y Donetsk, dos provincias controladas por milicias separatistas rusoparlantes. Ayer, estas milicias denunciaron que fueron bombardeadas, por lo que decidieron responder el fuego.
Por su parte, el gobierno de Ucrania negó haber comenzado con el bombardeo y aseguraron que ellos recibieron un ataque que no respondieron. Los proyectiles dañaron un jardín de infantes en Stanytsia Luhanska, una ciudad controlada por los secesionistas, hirieron a dos civiles y dejaron sin luz a media localidad, según informó el propio Ejército de Ucrania.
Ante las novedades, el presidente estadounidense Joe Biden, insistió que Rusia planea invadir a Ucrania en “los próximos días”, casi al mismo tiempo que el Departamento de Estado confirmaba que Moscú había expulsado “al número dos” de la embajada de EE.UU., Bart Gorman, de manera “infundada”. Además, Biden aseguró que su país tenía “razones para creer” que Rusia intenta simular una acción militar ucraniana para “tener una excusa” e invadir el país. En tanto, el canciller ruso, Serguei Lavrov, pidió no acusar a Rusia de todo lo que sucede en Ucrania.
En paralelo, ambas partes se cruzaron antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU se reuniera a evaluar el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk. “Hemos dicho ya que los rusos podrían hacer algo como esto para justificar un conflicto militar”, dijo el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin. Mientras que Lavrov, dijo que de lo acordado con Rusia, Occidente solo aplica el principio de que Ucrania es libre de aliarse con quien quiere, “pero se aleja del resto de los compromisos”.