En la recta final de este 2020, el coronavirus volvió a ser una cuestión central en los noticieros del mundo. Mientras América Latina atraviesa un impasse y espera gambetear la segunda ola gracias a la vacuna, Europa y los Estados Unidos viven una situación extremadamente compleja. Alemania, Suecia y los EEUU enfrentan el momento más grave desde que comenzó la pandemia. Como no podía ser de otra manera, el año más extraño que nos tocó vivir a varias generaciones cierra de la misma manera que comenzó: con los sistemas sanitarios de los países centrales colapsados y el eterno debate entre libertades individuales y seguridad de la comunidad. La única certeza que nos queda tras todos estos meses es que la crisis más grande de la historia del capitalismo, inclusive superior a la de la Gran Depresión, moldeará los próximos años tanto o más que los protocolos de cuidado. Sin embargo, nuevamente las consecuencias económicas de los confinamientos, que comenzarán a verse aún con mayor fuerza durante el año que viene, han pasado a un segundo plano frente al desborde sanitario.
A partir del miércoles, y hasta el próximo 10 de enero, Angela Merkel anunció el cierre total de Alemania, con la excepción de los comercios esenciales. Esto es para evitar contagios masivos durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo. El país llegó a tener más de 600 muertos y superó los 28.000 contagios en un día durante el mes de diciembre, la peor cifra teutona desde el principio de la pandemia. Las reuniones privadas para las Fiestas podrán contar con cinco personas, de hasta dos hogares diferentes. Mientras que bares, restaurantes y demás servicios destinados al ocio permanecerán cerrados. En un país que había sido ejemplo en el manejo de la crisis sanitaria a comienzos de este año, la Canciller y su gobierno temen que la situación podría írseles de las manos si no toman políticas de endurecimiento. Aunque, especialmente en el Este, algunos gobernadores están condicionados a la hora de apoyar las medidas debido al crecimiento de la extrema derecha negacionista de la pandemia.
Merkel entiende que este podría ser el último gran desafío de su gobierno, y no está dispuesta a dejarlo librado al azar. El 26 de septiembre de 2021 se celebrarán comicios en ese país y por primera vez en 20 años habrá un nuevo Canciller.
Por otro lado, en Suecia tuvieron que dar marcha atrás con su modelo laxo, de poco control, e inclusive anunciaron que estudian seriamente la posibilidad de cerrar las escuelas. El primer ministro, Stefan Lövfen, anunció por primera vez un límite a las reuniones de hasta ocho personas, antes de asegurar que la situación empeorará aún más antes de fin de mes. Con más de 7.500 muertos, las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) de Estocolmo ocupadas al 99%, y los contagios diarios aumentando de manera exponencial, uno de los Estados de Bienestar” más importantes del mundo ha demostrado su fracaso para contener la pandemia. En un país con 10.000.000 de personas, más de 8.000 contagios diarios es una cifra excesivamente alta. Durante diciembre se produjeron renuncias de trabajadores de la salud, imposibilitados de hacerle frente a los contagios. Inclusive, el gobierno ha movilizado a las unidades médicas del Ejército para suplir la saturación del sistema de salud de la capital. Suecia supera con creces los números (tanto de contagios como de muertes) de sus vecinos, Dinamarca, Noruega y Finlandia.
Bill Gates afirmó que lo peor en EEUU aún no sucedió, y que los próximos seis meses serán los más críticos. A pesar de que el pasado lunes comenzaron a vacunar con la vacuna de Moderna, según el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud, entre los próximos cuatro y seis meses habrá unas 200.000 nuevas muertes por covid. Es probable que la nueva Administración, encabezada por Joe Biden, tome drásticas medidas para contener el avance. El presidente entrante, que se hará cargo de la Casa Blanca el 20 de enero, no ha descartado establecer un lockdown” total. A diferencia de las políticas implementadas por su antecesor, el demócrata está de acuerdo en escuchar a los expertos y ya armó un comité científico para que lo guíe en la toma de decisiones. Sus desafíos serán muy grandes: asumirá en medio de la peor crisis económica del país desde la posguerra, con números sanitarios que empeorarán, y con 8 de cada 10 votantes de Trump considerándolo un presidente ilegitimo. Gates criticó duramente la decisión de Trump de dar prioridad absoluta” a los estadounidenses con la vacuna. Si algo demostró la pandemia es que las soluciones no pueden reducirse a las fronteras de cada país de manera descoordinada, sino que deben necesariamente ser globales. Con el diario del lunes, uno de los principales errores de los gobiernos europeos fue no haber coordinado una respuesta lo más uniforme posible en primera instancia. En esta segunda ola ya no quedan dudas: para que el mundo pueda volver a retomar su cauce pre-Wuhan es necesario un nuevo pacto social entre los gobiernos, sus pueblos, y los organismos internacionales. Será imprescindible un verdadero cuidado de los recursos naturales, sumado a políticas económicas para combatir las desigualdades más grandes de la historia de la humanidad.
Todo parece indicar que la primera mitad de 2021 no será radicalmente diferente al 2020. Por lo pronto, los ciudadanos continúan disputándose entre la vieja y la nueva normalidad. Resistiéndose a admitir que el mundo anterior a diciembre de 2019 no existe más.