El 26 de septiembre se celebraron las primeras elecciones alemanas en 16 años sin Ángela Merkel como candidata a canciller de la principal economía de Europa. Los primeros puestos fueron para el vicecanciller y ministro de Finanzas, Olaf Scholz, del antiguo Partido Socialdemócrata (SPD); Amir Laschet, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU); y Annalena Baerbock, la candidata de Los Verdes. La canciller saliente apoyaba a Laschet, a quien puso al frente de su partido y definió como el representante del centro y la moderación”. En su discurso de despedida ante el Bundestag, advirtió que no es lo mismo quien gobierna este país”. Finalmente, tal y como auguraban las encuestas, el nuevo líder del país es Scholz, quien resultó ganador con 25,7%, y 206 bancas en el Bundestag.
El dirigente socialdemócrata es alguien que, hace apenas nueve meses, era visto como una apuesta desesperada de un partido con pocos o nulos candidatos con chances reales de disputar el poder. Scholz, ahora, deberá formar gobierno y negociar tanto con Laschet, que obtuvo 24% como con Baerbock, que alcanzó los 14 puntos.
Alemania es un régimen parlamentario, donde la conformación de alianzas en el Bundestag es fundamental para lograr constituir un gobierno. Scholz impulsa una coalición de centroizquierda con Los Verdes (14%) y los Liberales (11%), descartando, en la medida de lo posible, reeditar la gran coalición” con la derecha de los demócrata cristianos, por lo que hay grandes posibilidades que el futuro gobierno alemán sea uno de minoría.
Si este escenario finalmente se concreta sería la primera vez que algo así sucede a nivel federal, lo que genera incertidumbre entre los ciudadanos y en los mercados. El nuevo canciller no será designado oficialmente hasta que no se alcance el acuerdo para la nueva coalición. Estas negociaciones suelen llevar semanas, o, incluso, meses. El retiro de Merkel podría no hacerse efectivo de manera inmediata. Hay grandes posibilidades de que, gracias a su prestigio y al consenso que genera entre los alemanes, deba desempeñar un importante rol a la hora de conformar el gobierno que la suceda.
Scholz es un hombre de 62 años, con un estilo que recuerda a la primera Merkel. A prima facie, se trata de alguien anodino, con un carisma nulo, que hace de la austeridad y la sobriedad su marca personal. De carácter pragmático, adquirió popularidad recientemente debido a que gestionó el millonario fondo anticovid, ocupándose de proteger la economía alemana de las consecuencias de la pandemia. Sin dudas, el mayor derrotado de los comicios fue la Unión Cristiano Demócrata (CDU), junto con su partido hermano” bávaro, el CSU, ya que perdieron ocho puntos respecto de las legislativas de 2017. Laschet, no obstante, no se encuentra aún afuera de la carrera para suceder a Merkel. Si bien, sus posibilidades frente a Scholz son magras, no sería la primera vez que el perdedor de las elecciones termina logrando conformar un gobierno y convertirse en canciller. Su imagen pública, de todas maneras, no es la mejor, por lo que la balanza se inclinaría definitivamente hacía el socialdemócrata.
El apoyo directo de los votantes sobre Laschet es aún menor que el que le dieron a su partido, con apenas un 16%. La mayoría de los alemanes ven con mejores ojos a Scholz, que, si bien representa cierta continuidad, también es, al mismo tiempo, un cambio.
Como siempre que un liderazgo del calibre de Ángela Merkel deja el poder, se produce un importante vacío en la escena política. Esto contribuye a una incertidumbre que se refuerza a partir de la crisis que atraviesa el país y el mundo tras la pandemia. La imagen de la canciller, que siempre estuvo en muy buenos niveles, decayó a partir de la problemática sanitaria. Quien sea que la suceda tendrá unos zapatos muy grandes para llenar. Dirigentes como Merkel aparecen una vez por generación y dejan un mundo diferente al que llegaron.
Ese mismo desafío se abre en Europa, ya sin la alemana al frente de la economía más importante de la UE, el francés Emmanuel Macron intentará ocupar ese lugar. Por lo pronto, el presidente galo tiene que remontar su imagen para ganar las elecciones del año que viene, lo que por ahora está lejos de ser seguro.
Lo cierto es que la canciller saliente no pudo imponer a su candidato para sucederla, a pesar de retirarse con una popularidad que cualquier líder mundial envidiaría. Aunque, si bien Scholz proviene de otra formación política, tampoco se trató de un voto anti-Merkel”, ya que se trata del vicecanciller de la gran coalición” gobernante. Los alemanes votaron por la continuidad de la moderación, el centro, y la austeridad, aunque hoy encarnada en el socialdemócrata.
La extrema derecha de Alternative Für Deutschland (AfD), alcanzó magros resultados. Eso también forma parte del legado de Merkel. En un contexto en el cual la extrema derecha crece en gran parte de Europa, y donde AfD es un partido que recuerda a lo peor de la historia de Alemania, que quienes hayan resultado los principales ganadores en las elecciones sean figuras moderadas o de centro genera alivio. A la gran mayoría de los alemanes, y al resto del mundo.