Entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre se lleva adelante en Glasgow, Escocia, la COP26, la cumbre más importante sobre el cambio climático del mundo. No son pocos quienes ya la califican de “una de las cumbres más importantes de la historia”. Esto es así, sin dudas, por lo que se encuentran en juego. Sin embargo, la historia determinará la relevancia real de la cumbre de acuerdo con los resultados conseguidos. Aproximadamente 25.000 personas asistirán, entre ellas los líderes mundiales más importantes del planeta. Allí estarán representantes de más de 190 gobiernos, ONGs, empresas y activistas ambientales.
La meta principal es evitar que el calentamiento global aumente 1,5°C respecto del siglo XIX. Para ello, son necesarios recortes tan urgentes como drásticos en lo que tiene que ver con las emisiones de CO2 (dióxido de carbono). La pregunta, parafraseando al pedagogo John Dewey, es “sí, pero ¿cómo?”.
En los Acuerdos de París, fruto de la COP21, los países más importantes se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5°C. Tras varias idas y vueltas, incluyendo la salida de los EEUU durante el mandato de Donald Trump y el reciente reingreso con Joe Biden, el tiempo apremia. Cada vez hay menos margen para llevar adelante estos cambios. La diferencia entre un aumento de 1,5°C y 2°C es inmensa, al punto que, con la segunda, con ese medio grado centígrado prácticamente desaparecerían los arrecifes de coral, uno de los ecosistemas más importantes del mundo. Por ejemplo, ese medio grado de diferencia hace que el 14% o el 35% de la población mundial se encuentren expuestas a calor extremo, es decir, 1.500 millones de personas más. Al mismo tiempo, esto acarrea importantes daños a la población de insectos, plantas y vertebrados.
COP26 se produce unos días después de la cumbre del G20 celebrada en Roma. Allí se dieron manifestaciones multitudinarias, exigiéndole a los lideres mundiales que traten realmente la problemática del cambio climático para salvar el futuro del planeta. Además, se dio un particular y emotivo encuentro entre Biden y el papa Francisco. El segundo presidente católico de los EEUU desde John F. Kennedy ve en el Sumo Pontífice, además, una referencia ideológica. El discurso de Francisco respecto del medio ambiente y del cuidado de la “casa común” es tomado como palabra seria por el actual inquilino de la Casa Blanca. Biden, además, se refirió a un asunto personal, emotivo, sobre la muerte de su hijo Beau y el apoyo de Francisco en ese momento tan duro. Pero al dejar la capital italiana, Biden se mostró “decepcionado” por lo que califico de “poco compromiso” a la hora de tratar la cuestión climática, tanto de Moscú como de Beijing.
Una de las grandes ausencias en Escocia será la de Xi Jinping. El mandatario chino decidió no asistir a Glasgow, tampoco enviará un video grabado. Hará “presencia” mediante una carta, algo que es interpretado por muchos como una especie de boicot. China es, desde 2006, el país que más emisiones de CO2 genera; aunque espera alcanzar la neutralidad de carbono en 2060, 10 años después de lo que pretenden el resto de los países del G20. Beijing espera marcar su pico de emisiones antes de 2030. El gobierno no precisa el valor absoluto de su máximo de emisiones, por lo que puede incrementarlas sin limite hasta esa fecha.
Vladimir Putin tampoco participará de la conferencia, ya que no se admite la modalidad de la videollamada. El presidente ruso enviará un video, aunque ya ha dejado muy clara su posición al respecto durante la última cumbre del G20. El Kremlin anunció una inversión del 2% de su PBI para reducir en un 80% sus emisiones de CO2 de cara al 2050.
De ninguna manera se puede decir, como se suele apuntar desde algunos discursos, que la lucha contra el cambio climático es apenas una cuestión burguesa o de sectores que ya tienen todo resuelto. No hay dudas sobre quienes son las principales victimas del calentamiento global y del cambio climático: las personas pertenecientes a los sectores más humildes y vulnerables. Todos parecen estar de acuerdo en que no hay demasiado margen para poder revertir la situación del cambio climático; el principal problema sigue siendo: ¿cómo? Ya Juan Domingo Perón había escrito en 1972: “Ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobrestimación de la tecnología”. Esto hoy es más cierto que nunca, así como también la necesidad de emprender una acción global entre los principales gobiernos para revertir esta “marcha suicida”. Si hay algo claro es que sin voluntad política, especialmente de las principales potencias mundiales, lograrlo será imposible.