La semana pasada la Cámara Octava del Crimen condenó a prisión perpetua a la joven Irina Flerh y a otros tres acusados, por el espantoso asesinato de su padre, el arquitecto Reynaldo Flerh. En el veredicto, los jueces consideraron que entre los agravantes del homicidio calificado estaba la codicia, que se puede definir como un imparable deseo de tener dinero y bienes, incluso a costa de lo peor.
Hace algunas horas, otro joven, Emilio López de 28 años, recibió la misma condena en los tribunales de San Francisco por matar brutalmente a balazos a su abuelo Antonio López de 78 años y a su pareja Nicolaza Frontera, de 79. Este doble crimen sucedió el 14 de marzo de 2023 en Colonia San Antonio, en la zona rural de El Tío (pueblo ubicado en el noreste provincial y a 130 kilómetros de nuestra ciudad), y provocó una tremenda conmoción en una comunidad pequeña, en la que un hecho de estas características es una rareza casi absoluta.
Los cuerpos fueron encontrados con golpes y disparos de escopeta y rápidamente el imputado se convirtió en el sospechoso, por ser adicto al consumo de drogas y por haberle robado dinero a su abuelo con anterioridad. Además, en los pueblos pequeños casi todos conocen lo de todos y entonces no hay demasiados misterios ni margen para coartadas o secretos. De hecho, Emilio vivía en una casa trasera, cerca de las víctimas y, consumado los asesinatos, fue capturado en el cementerio donde había intentado esconderse entre los panteones. En la causa judicial también estuvo involucrado otro joven de apellido Galaverna, amigo de López, pero por falso testimonio.
Según la investigación, el condenado buscaba plata para comprar drogas y se la pidió a su abuelo, quien accedió a prestarle pero menos de lo que quería. Fue en ese momento cuando se generó una discusión que terminó de la peor manera. Según declararon testigos, por las drogas y la codicia, Emilio estaba descontrolado.