A veces la vida nos da inesperados y repentinos golpes de ‘knock out’ y entonces la tranquilidad y la felicidad se transforman en una feroz tormenta que nos pone ruedas para arriba. El hombre de esta historia, J.S de 64 años, fue a bailar a Rapoza y a la salida sufrió un violento robo en el que le provocaron un fuerte traumatismo craneoencefálico con broncoaspiración. Si bien fue internado en la terapia intensiva del Hospital de Urgencias, permanece en estado vegetativo persistente y por eso la familia pidió y firmó el consentimiento para que le retiren el soporte vital de la alimentación e hidratación para que suceda lo inevitable y dejar de prolongar la agonía.
De hecho, este caso de «muerte digna» fue correspondido por el Comité de Bioética, que luego de un minucioso análisis sugirió en dos oportunidades a las autoridades del nosocomio que cumplan la voluntad de los seres queridos de J.S. La primera fue directamente desoída, y la segunda sólo respetada durante cinco días, e interrumpida sin ninguna consulta a los afectados. Por esta razón, la familia presentó un amparo judicial con la expectativa que rápidamente prevalezca el sentido común y se le ponga fin al calvario. Sin embargo, la Cámara Contencioso Administrativo de Segunda Nominación sólo escuchó a las partes hasta ahora, y difirió recién para el 21 de julio la convocatoria a la Provincia y a dos Comités de Bioética. Como si fuera poco y ante el receso invernal, se pidió una habilitación de feria que fue rechazada. Mientras tanto, J.S. sufre una neumonía y una grave escara sacra grado 4 ya con signos de infección.
Está muy bien que los médicos salven todas las vidas posibles, pero no está bien que pretendan ser dioses ante situaciones insalvables y mucho menos resolviendo por encima de la legislación vigente y de lo decidido por la familia involucrada.
Está muy bien que las juezas se cercioren debidamente antes de dictaminar, pero no está bien que se vayan de vacaciones mientras J.S. y su familia viven un infierno insoportable. Es curioso cómo, en este caso de muerte digna, la Justicia pareciera comportarse como indigna.