Muy Matrix
Durante el último fin de semana largo autores ignorados, por el momento, “hackearon” el sistema informático del Poder Judicial de Córdoba, constituyendo para nuestra provincia el primer o más resonante ataque cibernético del que se tenga memoria hasta ahora. Los especialistas dijeron que fue un “hackeo ramsonware” clásico, que está siendo investigado por el fiscal Franco Pilnik de la Fiscalía del Cibercrimen. Lo bueno es que más allá del estrépito, no hubo daños al triple sistema de “backup” y respaldo de la información, y que la operatividad se normalizará dejando un semáforo amarillo que obliga a los técnicos a mejorar aún más la seguridad.
Sabido es que la pandemia del Covid-19 aceleró los tiempos y el proceso de despapelización se anticipó, dejando lugar a los nuevos tribunales digitales, bajo la modalidad de expedientes computarizados y con dedos reemplazando a las viejas lapiceras. De todos modos, estos ataques son esperables y en la mayoría de los casos intencionales. Por supuesto no ataca quien quiere, sino quien puede. Se lo puede comparar a un robo domiciliario: para ingresar a una casa, además de agilidad es importante saber abrir puertas y ventanas, salvo que el ladrón tenga una copia de las llaves, algo que podría ocurrir con un «empleado infiel o despechado». En el caso del robo de información sensible, el pedido de un rescate extorsivo también es una posibilidad. De hecho, a nivel mundial estos ataques traviesos y delictivos se multiplicaron en los últimos diez o quince años. En Argentina, vale recordar lo sucedido en octubre de 2021 cuando ingresaron a la base de datos del Renaper (Registro Nacional de las Personas).
Claro que en la vorágine del progreso tecnológico, a los cuarentones nos cuesta comprender estos avances y vicios de la modernidad. También como, con sólo apretar algunas teclas, se puede provocar un remolino capaz de ponernos «patas para arriba». Un adicto al cine ficcional de buena calidad, recordó la película protagonizada por Keanu Revees, «Matrix», que mostraba a un mundo dominado por máquinas super evolucionadas capaces de crear un mundo cibernético virtual, para que los humanos viviéramos sin darnos cuenta que nos absorbían nuestra electricidad como si fuéramos pilas. En esa película, son un clásico las imágenes de las pantallas repletas de números, letras y códigos. Ironizando con la situación vivida, y como buen cordobés, me dijo entonces: «Este hackeo fue muy Matrix».
Equipo que gana no se toca
Quienes trabajan con la violencia familiar no dudan en afirmar que al menos en el último año y medio en Córdoba aumentó el maltrato infantil. Así como los niveles de violencia urbana y los conflictos familiares no dejan de sorprender, los distintos abusos de niños y jóvenes son un cachetazo cada día más insoportable. A la complejidad de los casos y el tratamiento de los niños víctimas como si fueran una propiedad de los padres, debemos sumarle la falta de políticas públicas más concretas y efectivas, y profesionales mejor formados que vayan más allá del sentido común.
La psicóloga Elsa Lerda, especialista en esta problemática, lo explica de manera clara: «Las leyes nuestras favorecen en general a los adultos, y hay poca lectura de lo que le pasa a los niños. Lamentablemente esto ya se transformó en un problema social y cultural. El encierro por la pandemia agravó las conductas agresivas de muchos mayores, que las descargan furiosamente contra los más pequeños». Y si encima desde el Estado, desde el Poder Político, se prioriza ocultar y apostar a la hipocresía, entonces la suerte de muchos niños indefensos está definitivamente echada. Les espera un futuro difícil, como dice la canción para un Niño en la Calle» : «No debe andar la vida recién nacida aprecio, la niñez arriesgada a una estrecha ganancia, porque entonces las manos son inútiles fardos, y el corazón apenas una mala palabra».
Debemos considerar que a los tribunales llegan los casos más graves, de niños golpeados y con marcas en sus cuerpos, el registro físico que va acompañado por el sometimiento emocional, muchas veces desapercibido. En este sentido, es crucial la tarea de las redes barriales, escolares, de los dispensarios y centros de salud. Es en estos lugares, donde se puede detectar el maltrato y pedir socorro. En este contexto, es destacable el trabajo de la Unidad de Violencia Infantil del Hospital de Niños de Córdoba como un sostén imprescindible en esta lucha desigual. Sin embargo, desde el Ministerio de Salud resolvieron pasar este programa a la órbita de Salud Mental, en un cambio incomprensible. Quienes lo resolvieron, deberían recordar un ABC del mundo futbolero: «Equipo que gana no se toca», y mucho menos en tiempo de escasez.