En las tópicas sobre el aparato psíquico del psicoanálisis, Freud describe al inconsciente como el lugar en el que los deseos reprimidos deambulan presurosos para manifestarse de algún modo, incluso perforando frenos inhibitorios para convertirse en conductas no permitidas o irracionales. De igual modo, el Ello es señalado como el reservorio de instintos y pulsiones que con voracidad pugnan por ser satisfechos.
Hace algunas horas, la Cámara Octava condenó al policía Maximiliano Ruiz a 11 años y 6 meses de cárcel por el crimen de Elizabeth Robledo, ocurrido el 12 de marzo del 2022 en barrio Urquiza. Eli tenía 36 años y además de madre y trabajadora era defensora de los derechos femeninos e integrante del Frente de Organización en Lucha (FOL). Aquel día participaba de una reunión familiar, y en medio de una conversación sobre lo que había sido la marcha del Día de la Mujer, Ruiz agarró su arma reglamentaria y la empezó a blandir apuntando al techo hasta que la bajó y disparó al pecho de su cuñada, con quien mantenía diferencias ideológicas. Según la familia de Eli, el asesinato no fue casual y Ruiz intentó culpar a un niño y ensayó coartadas para armar un hecho accidental. De hecho, la primera investigación judicial consideró esta hipótesis y a Ruiz sólo lo imputaron por homicidio culposo, que tiene un máximo de pena de cinco años de cárcel.
Durante las audiencias presididas por el juez Marcelo Jaime (el mismo del juicio por el gatillo fácil de Blas Correas), la discusión se centró sobre lo culposo o doloso del hecho, hasta que el fiscal Hugo Almirón planteó el agravamiento de la imputación a Homicidio Simple con Dolo Eventual, para pedir una condena de 12 años de prisión al igual que la querella. La resolución apenas inferior le dio la razón.
En febrero del próximo año se conocerán los fundamentos de la condena, que posiblemente tengan interesantes consideraciones sobre otro funcionario policial que mata con un arma que el Estado le da en guarda para que proteja a los ciudadanos, más allá de sus colores, pensamientos o religiones. Ayer Ruiz pidió perdón y dijo que no quiso matarla, pero con su experiencia en el manejo de armas debió representarse que, si hacía lo que hizo, podía ocurrir una fatalidad, como finalmente sucedió. Por lo pronto el Tribunal así lo entendió y dejó en claro que el crimen de Eli Robledo no fue un accidente.