Polémica generó la pericia psicológica hecha por la licenciada Graciela Bruera al legislador Oscar González, en el marco de la investigación por el siniestro vial de las Altas Cumbres y del que se cumplirá un año en los próximos días. Los defensores Ortiz Pellegrini y Ortiz Morán la impugnaron por considerarla viciada de parcialidad y ahora se hará una nueva, siempre en base a la prueba que hay en el expediente ya que el imputado se negó a hacerla y, por lo tanto, el perfil de personalidad que se puede explorar a partir de técnicas proyectivas será imposible.
Para la perito oficial, los testimonios revelan conductas egocéntricas, narcisistas y psicopáticas. Ocurrido el choque fatal en el que falleció la docente Alejandra Bengoa, sufriendo además graves heridas su hija Marina y su amiga Alexa, Oscar González no habría concurrido en ayuda de las damnificadas, sino que se habría preocupado sólo por sí mismo y por unos bolsos que traía en el moderno auto que manejaba, un BMW X-1, que el Poder Judicial le había dado en guarda a la Legislatura y para uso exclusivo de cuestiones legislativas y no personales. Por eso está procesado por la Justicia Federal, tras el pedido del fiscal Maximiliano Hairabedián.
Ahora bien, de acuerdo a los fundamentos de la pericia invalidada, una testigo declaró su sorpresa al verlo a González pendiente de su celular, de un bolso negro y sin interesarse por las víctimas de la tragedia, en concreto, con cero empatía.
De hecho, durante este año, González jamás se acercó a las familias involucradas para ofrecer ayuda o manifestar una mínima consulta sobre la recuperación de las jóvenes. Vale recordar que más allá de su extensa actividad política, González es médico.
En la pericia, Bruera resalta conductas omnipotentes de un hombre poderoso que incluso habría instruido a los policías que allí estaban en medio del desastre, para que «nadie lo molestara».
Quienes conocen de cerca a quien era la tercera autoridad de la Provincia, detrás del gobernador Juan Schiaretti y del vice Manuel Calvo, saben que se trata de alguien muy inteligente, dueño de un montón de bienes y con una extraordinaria vocación de poder. Como dijo por lo bajo un viejo político cordobés: «Oscarcito tiene el poder del yo-yo».