En Argentina el 92 por ciento de la población vive en aglomerados urbanos según el último Censo 2010. En el marco del Día Mundial de las Ciudades, conmemorado por Naciones Unidas este jueves 31 de octubre, HOY DÍA CÓRDOBA dialogó con la experta en urbanismo Ana Falú.
La arquitecta tiene una gran trayectoria y reconocimiento internacional por sus aportes desde la perspectiva de género. Es directora ejecutiva del Centro de Intercambio y Servicios para el Cono Sur (Ciscsa), una ONG que teje redes con profesionales de todo el mundo para hacer un “zurcido invisible al tejido urbano” con foco en la inclusión.
“El urbanismo feminista impulsa y coloca en el centro de la agenda a los sujetos omitidos. No solo a las mujeres, también a la población LGTBQ y diferentes etnias. La desigualdad que se expresa en el territorio tiene que ser central en las políticas urbanas de la ciudad”, comienza Falú.
CONOCER
Las ciudades son organismos dinámicos y en ella se mueven miles de personas con diversos usos y formas de habitarlas. En este sentido, la experta comparte datos para reflexionar.
“Cuando analizamos la situación de las mujeres, vemos que la mayoría está en la pobreza e indigencia. Hay un crecimiento en toda América latina de mujeres como únicas responsables de los hogares, principalmente en las grandes ciudades”, describe.
El tiempo es el bien más escaso en sus vidas. “Si sumamos el trabajo de cuidado y de las tareas domésticas con el trabajo en la participación económica, sea formal o informal, las mujeres trabajan más horas que los hombres. Es la división sexual del trabajo. Hay un estereotipo del hombre como único proveedor que no corresponde a nuestras realidades”.
Con más datos, puntualiza: “En promedio, en México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, las mujeres trabajan 22 horas por semana más que los hombres. En América latina, según la Cepal, trabajan más de 16,5 horas por semana”.
“Las mujeres no son solo pobres económicamente, sino también en tiempos y derechos”, dice. En un simple abrir y cerrar de ojos, se puede captar una instantánea de la realidad. Un ejemplo, mujeres de todas las edades aguantan la ansiedad en la parada de colectivo. El trayecto de los hombres es distinto al de las mujeres que llevan los chicos al colegio, se ocupan de la salud de una tía, o estudian y trabajan al mismo tiempo mientras cuidan del hogar.
“El ordenamiento territorial se hace en clave masculina, en función de un varón joven, blanco o de una familia de hogares. Esta omisión de género refiere a la subvaloración de las mujeres y evidencia el sesgo androcéntrico de las políticas de la ciudad”, comparte.
INCLUIR
HOY DÍA CÓRDOBA: ¿Cuáles son los aportes desde el urbanismo feminista?
Ana Falú: No podemos planificar la ciudad en clave de sujetos neutros. Primero es incluir a los sujetos omitidos. Lo segundo es colocar la desigualdad en el centro de las políticas urbanas y trabajar con una política que redistribuya en el territorio los servicios, las infraestructuras, el transporte y la accesibilidad. Tenemos que incorporar la dimensión de lo cotidiano.
HDC: ¿Qué sería esta dimensión, lo cotidiano?
A.F.: Como dicen las señoras de los barrios de Córdoba con quienes trabajamos, les cambia la vida si se corta una rama y la luz del foco de la calle llega a la vereda. O si hubiera baños públicos en las plazas porque no las dejan entrar a los baños de los bares y restoranes, entonces tienen que ir a la Terminal y pagar. Son ejemplos de servicios de equipamiento de distinto carácter para pensar una ciudad más amable y dar respuesta a los complejos problemas de la sociedad.
HDC: Pensando en Córdoba, ¿cómo es su perfil?
A.F.: Es una ciudad extensa de baja densidad, inasible en gran medida porque tiene una extensión de 24 por 24 kilómetros que es el ejido municipal y se extiende por fuera de la Circunvalación, la gran obra conectora que terminó el Gobierno de Córdoba. Los bienes urbanos no son igualmente accesibles para todos y todas.
HDC: ¿En qué sentido?
A.F.: No son de iguales características. Las mujeres sufren las condiciones del territorio extenso: las dificultades del transporte público, falta de servicios y equipamientos públicos, las plazas en los barrios están abandonadas y falta saneamiento. Si pensamos en la Córdoba desigual, de fragmentos, tenemos que preguntarnos cómo hacemos para trabajar en esta ciudad que es un organismo dinámico.
Para romper esta barrera, la escucha es fundamental. Desde la dimensión de lo cotidiano y considerando los atributos del urbanismo feminista, Falú comparte una propuesta que combina la proximidad de los servicios con las tareas de cuidado: “En cada CPC podemos tener un lugar de cuidado de niños de cero a cinco años de calidad y con amplitud horaria. Esto es un equipamiento urbano pensado en clave de demanda y necesidad ciudadana, en particular de las mujeres”.
“El 79 por ciento de cero a cinco años no encuentra lugar en instituciones públicas del cuidado de la infancia temprana. Para la mayoría de las mujeres en edad reproductiva esta es su principal demanda y un límite muy concreto a sus libertades, autonomías económicas, su posibilidad para hacer política o recrearse. La tarea de cuidado infantil como la atención de la salud o la educación es colectiva y social, no individual”, concluye. Una idea interesante a considerar para la próxima gestión municipal.
La seguridad y accesibilidad, el derecho a la tierra y vivienda, la percepción del temor y la criminalidad, violencias de género y participación ciudadana. Desde el urbanismo feminista hay una multiplicidad de propuestas para replantear las diversas maneras de habitar en la ciudad donde todas las personas estén incluidas. Una gran vía para explorar.