Dorival Caymmi – Um homem de afetos”, el film de Daniela Broitman -incluido en la sección Premiere Latinoamericana del último BAFICI- enlaza registros intimistas en torno al compositor bahiano, con párrafos de admiración de grandes de la cultura como Caetano Veloso y Gilberto Gil, siempre elocuentes, precisos. HOY DÍA CÓRDOBA conversó con la directora brasileña y nos preguntamos sobre el legado en un país con la intensidad de un continente.
El niño Dorival vive en Itapuã. El poblado aún no está unido a São Salvador da Bahia de Todos os Santos (primera capital del Brasil colonial), sino que es el resultado flexible de un conjunto de caseríos que perfilan inevitablemente hacia los cocoteros de la playa. Un pueblo de pescadores.
Por las noches queda embelesado con el ritmo del oleaje, continuo e imprevisible a la vez, que escucha llegar desde la costa, y que le impide en ocasiones dormir. Durante el día, también inevitablemente, su experiencia transita mar: los distintos cantos de las aves, el mensaje del viento, la línea horizontal del océano con su suave ebullición constante. Brasil.
El mar siempre presente, ya sea como fondo, como centro.
Itapuã, hoy en la periferia de la ciudad aunque integrada a esta, se ordena a partir de la plaza Dorival Caymmi. La marcha circular de un viaje que duró casi cien años.
A este ritmo respira el documental. Estructurado a partir de una entrevista grabada en Río de Janeiro en 1998 (inédita hasta este estreno) el retrato da un hombre lúcido, amigo de la naturaleza, conservando sus líneas estéticas primarias. Broitman conjuga los balances del propio Dorival con entrevistas que ella misma mantuvo con el círculo familiar y personalidades tales como Caetano y Gil.
El film trae al presente la figura del cantor que combinó con suceso la más profunda raíz negra, con la canción romántica del cine de los años 30, inventado así una manera que luego sería nuevamente estilizada por João Gilberto.
-La huella que deja el film es la de un hombre que mira con los ojos de un chico, alguien en permanente estado de juego. La relación con sus hijos, especialmente con Danilo, es un vínculo exclusivamente lúdico. ¿Qué te sorprendió luego de conocer el recuerdo que tienen de él y hacerte una idea íntima de la personalidad de Caymmi?
Broitman- No sé si los ojos de Dorival son como los de un niño, como dices, o de un alma vieja, como los de un sabio. De hecho, veo su mirada con enorme sabiduría y sensibilidad. Lo que me cautivó aún más, después de toda la investigación sobre Dorival, viendo y escuchando decenas de horas de testimonios, y luego en las entrevistas con todos los personajes de la película, fue su espiritualidad. Era católico, Obá en Candomblé. Independientemente de las religiones, tenía una espiritualidad muy desarrollada. Una fuerte conexión con los elementos de la naturaleza: esto está en la película. El viento, el mar, las piedras… Como si de alguna manera ya viviera en otro mundo, más sutil y mágico.
-Recuerdo el fastidio de Dori Caymmi, quien vive en EEUU desde hace años, contando que, al llamar a una discográfica de Brasil, se encontró con una ignorancia casi plena sobre el legado de su padre. Mirando desde Argentina, tengo para mí que existe una paradoja: los artistas que tienen como sentido central lo popular logran éxito fuera, a veces un gran olvido en la propia tierra. ¿Puede ser así en alguna medida?
Broitman– No creo que Caymmi haya sido pasado por alto en Brasil, especialmente en el circuito musical y cultural, donde es venerado. Muchos de los músicos que conozco sienten pasión por él. Pero estoy de acuerdo en que hay una cierta falta de conciencia cultural en el país, y eso no sólo se da con Caymmi. Lamentablemente es un país que no valora a sus artistas como debería, más que nunca en este momento. También creo que por todo lo que Caymmi ha hecho por la historia de la música en Brasil, por todo su legado, debería ser mucho más venerado. Creo que esta película contribuirá a eso, fue uno de mis objetivos al hacer el documental.
-Entre tantas imágenes de archivo, anécdotas de otros tiempos, fotos en blanco y negro que la memoria de Caymmi retoma. ¿Qué tan reconocible te resulta tu país?
-Llego a sentir nostalgia por esa época, aunque ni siquiera había nacido. De hecho, lo irreconocible es el Brasil en el que vivimos hoy, una pesadilla en todos los sentidos. El documental rescata la belleza y la poesía de nuestro país, nuestra cultura, nuestra gente. De acuerdo con los comentarios que recibí de quienes han visto la película, el film trae esperanza, algo que necesitamos mucho en este momento.
Al primer disco que llegué fue Caymmi visita Tom”, un repaso de clásicos con todo el clan familiar y la dirección de Jobim. Recuerdo dónde lo compré: en San Telmo, luego de saber que yo buscaba música brasileña en su local de vinilos, el dueño me preguntó si me interesaba un tal Caymmi. Me había volcado precipitadamente a ese universo tras escuchar apenas algunas cosas de João Gilberto y Jobim. Creía que lo sabía todo y en realidad no sabía nada.