Por Emilia Racciatti
«¿Acaso no soy yo una mujer? Mujeres negras y feminismo» es un libro escrito por la activista estadounidense bell hooks (seudónimo de Gloria Jean Watkins), publicado por primera vez en inglés hace 40 años y recién ahora traducido al español, en el que analiza el impacto histórico del sexismo y el racismo. Se trata del primer libro de la autora, feminista y activista que decidió firmar en minúscula y a partir de una combinación de los nombres y apellidos de su madre y su abuela. Dedicado precisamente a su madre, este trabajo fue publicado originalmente en 1981 y ahora lo recupera el sello español Consonni.
«Mi intensa implicación en la difusión de la conciencia feminista me obligó a plantearme la realidad de la diferencia de raza, clase y género. Y, así, tal como me había rebelado contra las nociones sexistas del lugar que ocupa la mujer, también cuestioné los planteamientos del lugar que ocupan las mujeres y de su identidad que propugnaban los círculos de liberación de la mujer, porque no encontraba mi hueco en el seno del movimiento. Mi experiencia como mujer negra no estaba reconocida», dice la autora en el prefacio a la edición de 2015.
Para la escritora y ensayista Florencia Abbate, el libro es uno de los aportes «más representativos de la crítica al feminismo hegemónico de su época», en la que se sumergió cuando escribió su trabajo «Biblioteca feminista» y comenzó a indagar en textos de los feminismos afroestadounidenses.
«Los grupos y organizaciones militantes feministas de color surgieron, por un lado, como respuesta de las mujeres negras frente al machismo que tenían que soportar cuando militaban en las organizaciones del movimiento por los derechos civiles y el nacionalismo negro, como Black Panther (Panteras negras). Y por otro lado, como respuesta a la estrecha visión de la mujer que parecía sustentar el feminismo hegemónico a principios de los 70, conformado en su mayoría por mujeres blancas de clase media y media alta, universitarias y heterosexuales», señala Abbate.
La escritora advierte que «estas militantes se dieron cuenta de que la agenda feminista de las blancas no incluía reivindicaciones fundamentales que tuvieran que ver con la realidad de las mujeres de color, que pertenecían sobre todo a la clase trabajadora; por ejemplo, no incluía la defensa de los derechos de las empleadas domésticas o de las migrantes».
Gemma Deza Guil fue la responsable de traducir el libro y, en un intercambio desde España, contó que el encargo de la editorial llegó «poquísimo» antes del confinamiento estricto de marzo del año pasado y que lo tradujo de madrugada, mientras su hijo pequeño dormía.
«El texto fluye muy bien en inglés y no tiene mayor dificultad de traducción. De hecho, la propia autora explica que se propone escribir sobre feminismo para que lo entienda su madre y la generación de su madre. En mi caso, traducirlo en un momento como la pandemia, en el que las mujeres (y sobre todo, las madres solas) soportamos el peso del mundo en la esfera doméstica, fue revelador», relata.
Si bien Deza Guill destaca que esta edición se enmarca en el trabajo que viene haciendo el sello Consonni «traduciendo y publicando literatura, pensamiento y ensayo hechos por mujeres», la posibilidad de leer este ensayo de hooks al español ahora se debe a que «hay editoriales empeñadas en difundir voces femeninas para conseguir zarandear la situación. Pero también el movimiento sísmico empieza a tomar fuerza y es muy conveniente leer voces de realidades tan distintas».
«Es una buena manera de agitar el feminismo desde dentro y entender que las vicisitudes que afrontan las mujeres son diversas y que es importante tener en cuenta el sesgo del racismo y la clase social dentro del feminismo. No sé por qué, mientras lo traducía pensaba a menudo en las clases sobre feminismo de la serie de televisión Transparent, donde se refleja que no se ha avanzado mucho en este sentido: las mujeres negras y su idiosincrasia siguen brillando por su ausencia», explica.
Nacida en 1952 en Hopkinsville, una pequeña ciudad de la comunidad de Kentucky, hooks se licenció en literatura inglesa en la Universidad de Stanford en 1976, y más tarde hizo un doctorado en la Universidad de California, pero fue en este libro en el que encontró el tono y el eje de la que sería su producción intelectual, también integrada por «El feminismo es para todo el mundo».
Sobre la pregunta de la activista estadounidense por los derechos de la mujer Sojourner Truthque (¿Acaso no soy yo una mujer?) que da título al libro, Abbate dice que «tiene que ver con esta polémica que establecieron las feministas negras con las feministas académicas blancas. La pregunta sería: cuando la agenda del feminismo hegemónico no incluye ni habla de las mujeres negras, estas se deben preguntar: ¿No somos nosotras mujeres?. Y eso mismo se pueden preguntar muchos otros grupos».
«Ellas vieron que la clase social, la raza o la etnia, la nacionalidad y la orientación sexual eran cuestiones que debían ser pensadas de manera entrelazada. De esa reflexión proviene el concepto de interseccionalidad, que apunta a pensar el ensamblaje entre cuestiones como el sexismo, el heterosexismo, el racismo, el colonialismo y el imperialismo. Por eso hooks habla de patriarcado capitalista imperialista de supremacía blanca», sostiene Abbate.
Al momento de pensar un punto de contacto entre América Latina y estos grupos que surgieron en Estados Unidos, la investigadora y escritora identifica a las militantes que se reivindicaban «tercermundistas»: «Como sabemos, Estados Unidos es un país con mucha inmigración de mujeres latinas, y algunas de ellas formaron parte de estos grupos feministas».
En ese punto trae el ejemplo de la feminista Frances Beal que en 1971 escribió un texto titulado «Doble riesgo: ser negra y mujer», y poco después se convirtió en una de las fundadoras de la agrupación Alianza de Mujeres del Tercer Mundo, desde la cual produjeron el periódico «Triple riesgo», en referencia al racismo, el sexismo y el imperialismo.
Abbate también cita a Barbara Smith, una de las fundadoras de la Colectiva del Río Combahee, también «una gran divulgadora de estas ideas quien creó, junto con la poeta Audre Lorde y un grupo de autoras latinas, el sello Mesa de cocina. Editorial de Mujeres de color, especializada en difundir textos de mujeres negras, mestizas e inmigrantes que hasta entonces no tenían circulación». Entre otras cosas, en 1984 publicaron el libro «Este puente, mi espalda. Voces de mujeres tercermundistas en EEUU». Su libro puede leerse ahora en la Argentina.