En su nuevo libro reeditado y ampliado «La metáfora en el arte. Fundamentos y manifestaciones en el siglo XXI», publicado originalmente en los años 90, la historiadora Elena Oliveras analiza desde diferentes perspectivas uno de los mayores poderes de la mente humana: el ver una cosa en otra, a partir de relaciones de semejanza, mientras que asegura que en el último tiempo se multiplicaron las metáforas de violencia”.
La historia del arte y algunos de sus contundentes ejemplos -como los retratos hechos con frutas de Arcimboldo-, o más acá en el tiempo, los ojos de Juanito Laguna hechos con botones (de Antonio Berni) se hilvanan en este ensayo con ejemplos de estricta actualidad, como la estremecedora frase No puedo respirar” del afroestadounidense asesinado, George Floyd, que refiere también a la asfixia como metáfora del estado emocional de todos los que no pueden vivir dentro de un sistema que discrimina y condena”, dice Oliveras.
Es que la ensayista apela a diferentes disciplinas -la filosofía, la semiótica, la retórica, el psicoanálisis y, claro, la historia del arte- para poner bajo la lupa las diferentes metáforas que permiten ampliar nuestro conocimiento del mundo, aunque también incluye ejemplos de símbolo y alegoría, en todos los casos impulsos de la imaginación que se enmarcan en lo cotidiano, lo histórico y lo coyuntural.
Como explica la autora, si bien toda obra de arte es esencialmente metafórica, al presentar imágenes con cualidades semejantes a las del mundo al que pertenece, modalidades como el arte abstracto, el cubismo, el surrealismo y el realismo exigen un estudio particular”.
Oliveras es profesora en Filosofía por la UNNE, doctora en Estética por la Universidad de París y miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes.
– ¿Cómo fue cambiando tu mirada sobre La metáfora en el arte” para esta edición ampliada y actualizada, desde la publicación original en 1993?
-Elena Oliveras: En la edición actual de Paidós hay capítulos que se mantienen con muy pocos cambios ya que tocan aspectos esenciales de la metáfora, pero hay otros que necesitaron actualización no sólo en cuanto a la bibliografía sino también en lo referido a contenidos y ejemplificaciones. Por ejemplo, en lo que atañe a las metáforas de violencia observamos que se multiplicaron en los últimos tiempos y que algunas de las reacciones metafóricas” tuvieron un sesgo particular de realidad. Así, al carácter ficcional de la metáfora se sumó la puesta en foco de la realidad del hecho denunciado. Lo vimos en los actos que tuvieron lugar en Estados Unidos y otras partes del mundo para denunciar el asesinato de George Floyd. I can’t breathe” (‘no puedo respirar’) fueron las últimas palabras del afroestadounidense antes de morir en manos de la policía de Minneapolis, Minnesota, el 25 de mayo de 2020. Bajo ese lema, los manifestantes eran –metafóricamente- George Floyd; no solo es metáfora de los que están asfixiados por diferentes modos de discriminación (homofobia, exclusión de inmigrantes, indocumentados o pobres, entre otros). En efecto, la metáfora estaba sustentada por un hecho real, dado que Floyd fue parte efectiva de lo que se denunciaba. Y así la sinécdoque -una figura retórica en la que una parte real nombra al todo- aportó solidez a la ficcionalidad de la metáfora.
– ¿Las metáforas en el arte se acentúan en épocas de crisis?
-EO: En épocas de crisis, como la nuestra, surgen nuevas metáforas que permiten percibir aspectos deplorables. Hacen mundo”, en el sentido de hacerlo visible, más fácilmente reconocible. Entre las principales variantes se encuentran hoy las metáforas de la violencia, del borde, de la locura consumista, de la crisis ecológica y de la resiliencia. No es difícil entender que en tiempos pandémicos resalten las metáforas de la resiliencia con imágenes de una dolce utopía” o de una eventual micro utopía. Es el caso de las obras cartoneras” de Roberto Frangella hechas con cajas y envases que se encuentran en la basura. El foco está puesto en el otro cartonero” como paradigma del sujeto que se sobrepone a la adversidad, que lucha por mantenerse en pie y lo logra con una gran dosis de creatividad. La pandemia del coronavirus expulsó la imagen de un mundo que parecía estar más o menos ordenado. De pronto entró el mal, la peste. Pero, en realidad, la peste ya estaba allí, agazapada, desde hacía bastante tiempo; sólo que no la queríamos ver.
– La obra de Eduardo Basualdo elegida para ilustrar la tapa propone un inminente” desastre, en sus propias palabras. ¿Por qué elegiste esta imagen para la tapa?
-EO: Siempre doy importancia a las tapas de mis libros porque creo que son como una puerta de entrada a la lectura. En el caso de «Teoría. La cabeza de Goliat», Eduardo Basualdo presenta la posibilidad de un desenlace fatal. La enorme y pesada piedra” suspendida y sometida a la ley de gravedad, podría caer y arrasar con todo lo que encontrara a su paso, incluyendo al propio espectador. Así, esta obra es metáfora de la violencia que es parte de nuestra vida cotidiana; pero hay un detalle no menor: la pieza suspendida es fake (está hecha con aluminio). ¿Cuánto entonces de lo que nos amenaza, es producto del afuera o de nuestra mente? Pensemos en la violencia que ejercemos sobre nosotros mismos al encarcelarnos en ocupaciones, horarios y obligaciones que llevan a la depresión y al burnout. Precisamente, en Topología de la violencia” Byung-Chul Han describe un tipo de la violencia ejercida desde el interior del individuo, desde su propia voluntad, que lleva a la autoexplotación funcional al capitalismo.