Desde hace casi una década, un grupo de mujeres se reúne cada sábado a bordar, reflexionar, compartir y crear en ronda. Son “Bordadoras en el Museo”, un colectivo nacido en 2016 en el Museo Evita-Palacio Ferreyra y que desde 2024 encontró un nuevo hogar en el Museo Emilio Caraffa.
Allí, cada puntada se transforma en gesto político, expresión emocional y testimonio de vida. Algo que se verá plasmado el próximo miércoles 16 de abril, cuando quede inaugurada una nueva muestra que entrelaza memoria e identidad en cada hebra. Será en el espacio ubicado en Poeta Leopoldo Lugones 411 a partir de las 19 horas.
La ocasión se presenta como una buena oportunidad para contar la historia de este grupo formado por alrededor de 20 mujeres de distintas edades y trayectorias: amas de casa, artistas, docentes, estudiantes, madres, hijas, trabajadoras. Todas provenientes de distintos estratos sociales.
Lo que las une no es solo el bordado, sino el deseo de hacer del arte un espacio de encuentro, comunidad y transformación.
“Ser parte de Bordadoras es un cable a tierra, un escape de la rutina, de la casa, del trabajo, de todo”, dice Lorena Videla, integrante del colectivo.
Y Valeria Corzo, miembro fundadora, agrega: “Es algo que nos empodera, es salir de lo cotidiano, de lo doméstico y de la idea del bordado como algo que se hace en la intimidad del hogar”.
Ambas concuerdan en que juntarse a bordar en un museo tiene mucho potencial y es poderoso, porque al hacerlo hablan de ellas, de sus realidades, de lo que las atraviesa constantemente.
“No hay un tema que dejemos sin hablar, y creo que ahí está la potencia”, continúa Valeria, y destaca que “en la diferencia encontramos la unidad, la sostenemos y la elegimos”.
Un origen con impronta comunitaria
El surgimiento del colectivo está íntimamente ligado a un proyecto universitario impulsado por Mariana del Val, por entonces docente de pintura de la Facultad de Artes en la UNC y actual directora del Museo Caraffa. Fue ella quien propuso sacar el arte de las aulas a través de una iniciativa llamada “Vaivén museo en los barrios”.
Así, llegaron a Villa el Nylon y al barrio de los Ladrilleros, donde el proyecto comenzó con talleres de arte para niños y adolescentes.
“Con el paso del tiempo, empezaron a acercarse las mamás, que no tenían un espacio propio para expresarse. Y así fue como arrancamos las gestiones para que esas mujeres puedan acercarse al Palacio Ferreyra. Mujeres que quizá nunca se habían sentido parte de un espacio así, ahora bordan en un museo”, cuenta Valeria.
Una de las primeras guías del grupo fue una joven del barrio que confeccionaba trajes de murga. Sin formación docente, aceptó el desafío de coordinar la actividad. Ese espíritu horizontal y de reconocimiento mutuo sigue vivo hasta hoy.
Bordar juntas crea comunidad, “para decir lo que a veces no se puede expresar con palabras”.
Un proceso colectivo
Cada año, las bordadoras trabajan sobre una consigna común que nace de conversaciones, lecturas y debates. Así se construyen las imágenes que luego serán bordadas. El proceso es colectivo, no solo en su forma de trabajo, sino también en el contenido: las obras hablan de sus vidas, de sus emociones, de los temas que las atraviesan como mujeres.
“Casi ninguna sabía bordar al empezar, pero como el objetivo no es el bordado en sí, sino lo que queremos decir, nos vamos enseñando entre todas y está permitido equivocarse”, reconocen.
El mismo grupo se va construyendo como identidad, rotando y sumando nuevas participantes. No es un taller técnico. Muchas llegan esperando aprender “puntos” y se sorprenden al descubrir que el objetivo va más allá.
Los bordados tienen un proceso que fueron ejercitando a lo largo de diez años. “Los trabajos han aparecido en diferentes momentos, resurgen como preguntas y también es participativo con otros colectivos”, afirma Ana Bottazzi, bordadora y curadora de la muestra que inaugura el próximo miércoles 16 de abril en el Museo Carraffa.
“Es como un legado que está vivo, va circulando, pero también se va renovando año a año”, completa.
Una trama en movimiento
El colectivo también ha llevado su mensaje más allá de su espacio habitual, generando encuentros, debates y bordados en diversas comunidades.
En marzo, en el marco del Mes de la Mujer, se realizaron dos encuentros abiertos a la comunidad con el eje puesto en la reflexión desde una perspectiva de género.
Por un lado, en el Museo de las Mujeres, las bordadoras invitaron al público a debatir, compartir y sintetizar emociones y pensamientos en una imagen o palabra que luego se convirtió en bordado. Mientras que en el Museo Emilio Caraffa se desarrolló una jornada especial de poesía y bordado, una experiencia íntima y poderosa que reafirma al arte como herramienta de transformación social.
Además, en febrero de 2024, el colectivo llevó su obra a Buenos Aires con la muestra “Una trama llamada Evita”, donde presentaron bordados inspirados en la figura de Eva Perón.
Una muestra que late
El próximo miércoles 16 de abril a las 19 horas, Bordadoras en el Museo inaugura una nueva muestra en el Museo Emilio Caraffa. Titulada “Los paisajes de los que estamos hechos”, esta exhibición reúne piezas textiles inspiradas en sus propias historias, recuerdos y pensamientos.
Cada obra es profundamente personal, pero juntas forman un relato colectivo. A través de colores, texturas y formas, transforman la memoria en arte. No solo incluye telas bordadas, sino también dibujos, fotografías y escritos que amplían las formas de contar.
“Lo que se ve en las muestras son los bordados, pero parte de nuestra obra es también el vínculo que generamos, el rato que compartimos cada sábado. Este espacio de bordado es más que una técnica: es un encuentro”, destacan.
La exposición es una invitación a detenerse en los detalles, a descubrir la poesía escondida en cada puntada, y a reconocerse en las historias que otras mujeres se animan a contar con aguja e hilo. Porque los paisajes que nos habitan también pueden bordarse.
La muestra podrá visitarse hasta el 22 de junio de 2025, de martes a domingos y feriados, de 10 a 19 horas. Días miércoles, gratis para todo público. La entrada general, el resto de los días, tiene un costo de 1.000 pesos.
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