Los estudios sobre la relación entre el sindicalismo y la política nacional comenzaron en los años 50, prolongándose en las décadas siguientes. Se escalonan las obras de Tulio Halperín Donghi, Gino Germani, Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Luise Doyon o Juan Carlos Torre, quien hizo la síntesis de la etapa, en su tesis de doctorado en Francia, dirigido por Alain Touraine.
Estos enfoques partieron explicando la emergencia, en la década del 30, de un proceso modernizador: urbanización, nuevo mercado de consumo, influencia de la radiofonía, diversificación de la mano de obra, aparición de nuevos oficios, veloz transformación de expectativas en las clases trabajadoras. Fenómenos soslayados por la dirigencia conservadora dominante hasta 1943, pero sintonizados por algunos de los cuadros de origen militar que fueron parte del gobierno de facto instalado entonces.
Mientras se debatía el orden internacional de posguerra, la política local apuntaba hacia nuevos rumbos. La llamada “vieja guardia” sindical encontró un canal para incidir. Las conquistas sociales alcanzadas y la instalación de las paritarias (que otorgaron definitiva centralidad a los sindicatos), comandadas desde la Secretaría de Trabajo y Previsión dirigida por Juan Perón, transformaron la fisonomía gremial. El compromiso activo del movimiento obrero organizado con un candidato (1945), y con un gobierno (desde 1946), los habilitó como actores políticos. Si la gradual adhesión de los sindicalistas al peronismo fue táctica o estratégica, si fue emocional o racional, si la relación demandó exageradamente a Perón o si presionó demasiado al movimiento obrero en favor del líder, si el vínculo permitió a aquél soportar su exilio y proscripción o si los gremios pugnaban por un peronismo sin Perón (y les salió el tiro por la culata), es parte de un inacabado debate.
Pero lo cierto es que la relación entre los sindicatos y la política, no se limitó a Perón ni se agotó con la muerte de éste (1974), o con el derrocamiento de su esposa María Estela Martínez, en 1976. Tampoco con la Dictadura (1976-1983). La transición democrática la halló “vivito y coleando”, siendo parte de la derrota justicialista en 1983 (a manos de Raúl Alfonsín), pero erigiéndose en activo de la renovación peronista desde 1985. Aunque se inclinó por Carlos Menem en 1988 (definiendo la interna), en desmedro de su histórico protegido: Antonio Cafiero.
Un dato muestra inequívocamente la influencia sindical en la política contemporánea. Desde 1983 siempre hubo, en la Legislatura de Córdoba, bancas ocupadas por gremialistas activos. Entre 1983-1987, el senador Víctor Almada (PJ, UOM) más los diputados Lucio Jarab (PJ, Comercio) y Néstor Harrington (UCR, Judiciales). Entre 1987-1991, repite Almada y los diputados fueron Luis Pérez (PJ, Seguro), Horacio Salusso (PJ, UOM), Miguel Bendetto (PJ, UPCN), Manir Fatala (PJ, Comercio), Rubén Daniele (PJ, SUOEM), Manuel Reyes (PJ, Farmacia), Nicolás Zelarrayán (UCR, AATRA) y Miguel Olaviaga (UCR, Comercio). Entre 1991-1995, tendremos a los senadores José Campellone (PJ, SMATA), Luis Gaviglio (PJ, UTEDYC) y a los diputados Miguel Correa (PJ, Madera), Faúl Fassi (PJ, AEFIP), Eduardo Nieva (PJ, ALECYT), Carlos Vallejos (PJ, Gremial San Martín). Entre 1995-1999 ocuparán bancas en Diputados, Héctor Morcillo (PJ, Alimentación), Gladis Vera(PJ, UDA), Omar Roccia (PJ, Luz y Fuerza), repitiendo Nieva.
En 1999, vuelve Olaviaga, aunque al Senado. En Diputados, se incorporan Alejandra Vigo (PJ, SACRA) y José Pihen (PJ, SEP). Desde 2001, la Unicameral mantendrá la tradición: Vigo seguirá hasta el 2007 y en 2003 se sumó Norma Ceballos.
Para el período 2007-2011, el cambio del mapa político incidirá. Se suman Ricardo López (PJ, ATSA) y Silvia Rivero (Frente Cívico, AEFIP). Entre 2011-2015 se retorna Pihen, sumándose Adrián Brito (PJ, Canillitas), Adhelma Ponte (PJ, SACRA) y en la oposición continúa Rivero más Santiago Clavijo (FC, Luz y Fuerza), Augusto Varas (FC, UOM), reemplazado por Alejandro Roganti (FC, Luz y Fuerza).
Entre 2015-2019, renueva Pihen junto a Ilda Bustos (PJ, Gráficos), Nilda Roldán (PJ, SACRA) y los opositores kirchneristas Carmen Nebreda (Córdoba Podemos, UEPC) y Franco Saillén (CP, SURRBAC). El mandato 2019-2023 confirma a “don Pepe” junto a Sara García (PJ, AMET) y Carmen Suárez (PJ, SACRA). La correlación de nombres, partidos y gremios, identifica rastros profundos que hablan por sí mismos.
En esa trama, la CGT Córdoba compiló en un libro producido por Judiciales Córdoba Ediciones, todos sus pronunciamientos entre 2015 y 2022, coincidentes con la gestión de Pihen como Secretario General del organismo. La cronología ha sido muy utilizada en el periodismo de investigación y la historiografía para explicar procesos, y como señala uno de sus grandes maestros en el país, Andrew Graham Yool, aun cuando internet todo lo provea, para saber leer hay que atar cabos, conectar hechos o personas y este tipo de publicaciones es una herramienta formidable para lograrlo.
El contexto sociohistórico en el que se inscribe esta cronología no es dable de comparar con otras etapas de la relación entre gremialismo y política. La democracia parece haberse establecido y la realidad sobre la que aquel modelo sindical se estableció (pleno empleo, liderazgos proactivos, capitalismo autárquico, matriz estadocéntrica, etc.), ha desaparecido. Un país con centenares de miles de desocupados y subsidiados, extraviado en la anomia, con un Estado desarticulado que, en 2015, cambió de conductores en el timón: una alianza conservadora le inflige al peronismo (dividido) su más dura derrota en la historia. Así, la obra se divide en dos partes: “La resistencia al neoliberalismo del gobierno argentino (2015-2019)”, y “Trabajadores y trabajadoras en un mundo de unidad” (2019-2022), reflejando aquel parteaguas y su posterior (aún incierto) desenlace.
El libro permite volver sobre cuestiones centrales tapadas por la vorágine de malas noticias en las que, global o localmente, nos sumergimos en los últimos años. Los títulos y las bajadas funcionan de un modo muy práctico. Los textos son elocuentes.
La CGT cordobesa se expide sobre asuntos como el Pacto Social, su propia normalización nacional, las reformas jubilatorias, el impuesto las ganancias, el derecho de huelga, el allanamiento a partidos políticos y organizaciones sociales (presidencia Macri), el Cordobazo y su significancia actual, los convenios colectivos (su vigencia como instrumento), el golpe a Evo Morales, el Covid, la concentración económica, la Ley Micaela, entre otros. Coherente consigo misma, defiende sus criterios y utiliza sus arietes, entre ellos los gremialistas con función legislativa. En algunos aspectos seguimos esperando una necesaria actualización de ideas. En otros rescatamos que, en la vorágine líquida, hallemos boyas para no perder totalmente el rumbo.
Se trata de un ejercicio sensato, útil para comprender un proceso extenso y dentro de éste al recorte realizado, con aptitud para consolidarse como referencia de interés.