Pareciera que las novedades en cualquier existencia humana son dignas de ser saboreadas, porque no suceden a menudo. Como si vivir el nacimiento de algún proyecto, al menos por un rato, justificara nuestro estar en el mundo. Ese lento retorno al juego, que se asemeja a un estado presente de la niñez, se redescubre cada vez que la excitación del inicio se nos manifiesta, y allí la angustia de la rutina cede o nos concede una tregua. Sin embargo, tras descubrir que lo ameno se torna grisáceo, este estado del tiempo gozoso se va escurriendo entre los dedos e intentamos, sin demasiado éxito, recordar lo que sentíamos en los primeros instantes del descubrimiento. Pero lo cierto es que esa emoción tan vívida es casi como un sueño, para luego ingresar en una meseta de la que no podemos evadirnos.
El corto “Vida nueva”, dirigido por Lucas Santa Ana y escrita por Gustavo Cabaña, se detiene en lo esencial de aquello que comienza y las expectativas que cada persona deposita en los inicios de algún acontecimiento. La escena transcurre en un edificio: Camilo, de 78 años, (Nestor Ducó) y Elena, de 72 (Amanda Busnelli), esperan a sus respectivas familias para pasar el año nuevo. Ambos viven, quizás, la etapa más incierta y conflictiva de la vida: la vejez.
En ellos existe un pequeño atisbo de romanticismo; esperan la ocasión perfecta que los una hasta la muerte, como si de alguna forma estuviesen destinados el uno al otro, pero la falta de tiempo compartido y el miedo al rechazo detienen la palabra, un hecho que se visibiliza cuando abren la puerta para recibir a sus familiares, instante que sus ojos retienen con un particular cariño. En lo más profundo de sus almas añoran saludarse, no obstante, algo los detiene y se miran intentando forzar alguna situación azarosa que les permita encontrarse, pero el silencio vuelve a ser protagonista y los separa.
Cuando el reloj marca las 12 de la noche, ambos salen a la galería para exteriorizar deseos, promesas y recuerdos junto a los demás. Camilo y Elena viven en el mismo piso hace años y, como si esto fuera poco, los departamentos están enfrentados; todos justificativos para establecer un diálogo que los lleve a conocerse más profundamente y saltar la barrera de ser sólo buenos vecinos, aunque nuevamente el silencio disipa el encuentro.
Ana (Ana Pauls), nieta de Camilo, mientras lo ayuda a llenar las copas para el brindis, lo incita a jugarse por lo que siente, asegurándole que se gustan. Él, incrédulo ante los dichos de su nieta, le pregunta una y otra vez sobre aquella hipótesis, y la indaga con amor, pero también con exigencia acerca de las causas que la condujeron a compartir esa noche tan especial con él, presintiendo que lo hace porque ve llegar el ocaso de su vida.
Desde este punto, “Vida nueva”, en tan sólo 12 minutos, expone la relación entre el amor y la muerte, dos polos que se chocan y trabajan articuladamente caminando bajo un mismo argumento, que es vivir hasta el último minuto soñando con empezar de cero.
Disponible en Cine.ar, el film siembra cuestionamientos y pone al descubierto sentimientos y etapas que no tienen por qué ser antagónicas; por el contrario, allana la posibilidad de pensar que, aun en el último suspiro, el amor tiene un espacio fundamental, sin importar la edad ni cuánto tiempo nos quede para ser merecedores de una historia que involucre nuevamente la pasión entre dos personas.