Belgrano cierra un 2024 mediocre en términos deportivos, un año marcado por momentos de ilusión efímera y un rendimiento irregular que dejó más penas que alegrías.
En aquella montaña rusa de emociones, la Copa Sudamericana (que los celestes disputaron por cuarta vez en su historia) marcó un punto alto para Belgrano, que sorprendió al vencer al Inter de Brasil en San Pablo, un triunfo que revitalizó las esperanzas de sus hinchas y llevó al club a terminar primero en un grupo que, a priori, iba a pelear por el segundo lugar.
Ese entusiasmo internacional hizo olvidar por un momento el fracaso de no haber clasificado a la fase final de la Copa de la Liga y duró muy poco: eliminación ante Paranense, que este año descendió en el Brasilearo.
En el torneo de la Liga Profesional, Belgrano registró una cantidad de derrotas inesperadas como local, lo que generó un fuerte malestar entre los hinchas. Pese a los altibajos, hubo algunos momentos para destacar, como las victorias 2-0 ante Boca Juniors y 3-1 frente a Instituto, que ofrecieron destellos de esperanza en medio de un panorama gris. Pero fuera de esos partidos, lo que predominó fueron las frustraciones y el olvido.
La gente de Belgrano, los hinchas, socios y simpatizantes, siempre estuvieron presentes, acompañando al equipo en cada partido. Su apoyo fue incondicional incluso en los momentos más difíciles, como las derrotas consecutivas en casa ante Gimnasia y Esgrima La Plata, Platense, Defensa y Justicia, e Independiente Rivadavia de Mendoza. La hinchada nunca dejó de alentar, pero también hizo sentir su descontento cuando las cosas no funcionaban dentro y fuera de la cancha.
Uno de los temas más sensibles fue la continuidad de los entrenadores. Guillermo Farré, un ídolo de la institución, fue objeto de críticas silenciosas en redes sociales, donde los hinchas reconocían su importancia histórica pero pedían que diera un paso al costado. La situación con Juan Cruz Real fue distinta. Desde su llegada, el entrenador despertó desconfianza debido a su escasa experiencia en el fútbol argentino. El descontento hacia Real fue creciendo con el tiempo, alimentado por su estrategia poco efectiva, constantes cambios en las alineaciones y decisiones tácticas cuestionables.
La demora de la dirigencia en tomar decisiones clave también fue un factor que jugó en contra del equipo. La falta de determinación para finalizar los ciclos de Farré y Real de manera oportuna significó perder un tiempo valioso para intentar revertir la situación y alcanzar al menos el objetivo mínimo de clasificar a la próxima Copa Sudamericana. Este panorama de indecisiones alcanzó su clímax de malestar con el anuncio de Walter Erviti como entrenador para la temporada 2025, una decisión que generó un sinfín de comentarios negativos por parte de los hinchas.
La noticia que hizo aumentar los likes y que se opone a los “no me gusta” por el anuncio de Erviti, es la inminente llegada de Lucas “el Chino” Zelarayán, uno de los jugadores más queridos por la institución, quien aportaría el salto de calidad que el equipo necesita tras una temporada de pocos destellos y muchas incertidumbres.
A pesar de este contexto adverso, los seguidores de Belgrano mantienen la esperanza de un futuro mejor. Con bases institucionales sólidas, el club tiene el potencial de alcanzar objetivos más ambiciosos. Sin embargo, será crucial aprender de los errores de este 2024 y construir un proyecto deportivo que priorice la estabilidad y el rendimiento.
En síntesis, el 2024 quedará marcado como un año de oportunidades desaprovechadas para Belgrano. Ahora, la atención se centra en lo que vendrá, con la expectativa de que el equipo pueda corregir el rumbo y devolverle a su hinchada las alegrías que tanto pide y merece.