Desde muy chica, Marina González soñaba con vestir el uniforme policial. En los dibujos de su infancia ya se vislumbraba su vocación por proteger y servir, una convicción que la llevó en 2007 a ingresar a la Escuela de Suboficiales de Policía.
Ese fuerte compromiso con su trabajo y su comunidad también fue su sostén en uno de los momentos más difíciles de su vida: en junio de 2021, camino a cumplir con su servicio, sufrió un grave accidente automovilístico que provocó la amputación de una de sus piernas. Lejos de rendirse, Marina demostró una resiliencia admirable. Recibió su prótesis y continúa su proceso de rehabilitación con una actitud ejemplar que inspira a sus colegas.
Madre de Antonella, una niña de 10 años que es su mayor fuente de motivación, Marina se apoya también en el acompañamiento constante de su familia y de sus compañeros de trabajo.
En paralelo, no dejó de crecer profesionalmente: se graduó como técnica en Investigación de la Escena del Crimen, es licenciada en Criminología y Seguridad, y completó una diplomatura en Nuevos Paradigmas en la Investigación Criminal y Ciencias Forenses. Hoy, con 18 años de servicio, ostenta el rango de Sargento Primero y transmite su experiencia como docente en un centro de formación policial.
La historia de Marina es un ejemplo de dedicación, vocación y fortaleza. Una verdadera muestra de que trabajar con el corazón puede transformar las adversidades en motor de vida.
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