Especialistas en cibercrimen advierten sobre la irreversibilidad del contenido que se comparte en Internet y las implicancias que puede ocasionar un uso indebido hacia el entorno infantil. Hace unos años se masificó una práctica digital que nace del hábito de documentar y compartir en redes sociales fotos, videos y datos sobre el crecimiento de los/as hijos/as es denominado shareting”.
Las redes sociales se caracterizan por la inmediatez en la interacción, la masividad de su uso y la potencial viralidad de sus contenidos, sin embargo, toda la actividad en Internet deja un rastro, construye la identidad pública de una persona en un entorno digital.
Carlos Richieri, fiscal especializado en la materia sostiene que la huella digital es la reputación de las personas en Internet, esta reputación es construida a partir de información que sube la persona pero también terceros vinculados a ella’’.
De esta manera, una persona no tiene control pleno de su reputación digital, pero sí puede regular aquello que comparte uno o las personas de su entorno”, señala el fiscal, quien agrega cuando se trata de la información de los niños, sus padres son los que van construyendo esa huella, y lo que pueda provocar cuando el niño sea adulto, no lo sabemos”.
Una foto que se publica en Internet es imposible de eliminar totalmente, alguien puede capturarla y utilizarla con fines distintos a los que tuvo cuando fue publicada”, explica Richieri. Y detalla algunos ejemplos, estas imágenes se pueden utilizar para acoso escolar entre los compañeros o para hacer cyberbullying (acoso a través de medios digitales); también por agresores sexuales o para hacer una sustitución de identidad”.
Pero, además, Richieri advierte que el sharenting suministra información tan específica, como datos de ubicación, que podría facilitar delitos que se cometen fuera del entorno digital, ya sea abusos, secuestros o robos”