CARACAS.- El presidente Nicolás Maduro recibió en el centro de Caracas a miles de simpatizantes que marcharon para denunciar un presunto intento de golpe de Estado a su gestión y pedir que se respete la soberanía venezolana, que consideran amenazada por un complot internacional comandado por Estados Unidos. Pero los apoyos populares al proclamado presidente interino Juan Guaidó no fueron menores: miles de simpatizantes lo respaldaron en una concentración en el acomodado barrio de Chacao, donde el líder del Parlamento opositor anunció que “el 23 de febrero será el día para que ingrese la ayuda humanitaria” internacional a Venezuela. Guaidó aseguró que “no va a existir” una guerra en el país caribeño: “Ustedes (por el chavismo) hablan de una supuesta guerra que no va existir ¿quién estaría dispuesto a ir a la guerra si (Maduro) no tiene siquiera el respaldo y el respeto de sus vecinos y del mundo?”, preguntó el diputado, quien aseguró que “esa amenaza de falsa guerra busca intimidar”. “Cando el 90 % de la población quiere un cambio, no hay quien lo detenga”, subrayó Guaidó.
Sin embargo, el senador estadounidense Marco Rubio (encargado del presidente Donald Trump para manejar la cuestión venezolana) vaticinó lo “peor” para Maduro y anticipó “cárcel” para el presidente de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello, aunque reiteró la oferta de Washington de “eximir de sanciones” a los altos mandos militares que desconozcan la “ilegítima” autoridad del mandatario venezolano. A su vez, Maduro calificó al gobierno de Trump como una “pandilla de extremistas” y aseguró que la situación “es una guerra política del imperio de EE.UU., de los intereses de la extrema derecha, del Ku Klux Klan que gobierna la Casa Blanca, que quieren apoderarse de Venezuela”.