MADRID.- Con la cuestión catalana como candente fondo, en un clima de creciente división entre las fuerzas de derecha e izquierda, España entrará desde hoy en dos meses de campaña proselitista hacia una de las elecciones generales más inciertas de su historia, luego de que el jefe de Gobierno, Pedro Sánchez, confirmara el viernes el adelantamiento de los comicios para el 28 de abril.
El mandatario socialista realizó el anuncio en el Palacio de la Moncloa con una exposición en la que hizo un repaso de sus ocho meses de gestión, donde dibujó las líneas generales de su campaña para mantenerse al frente del Ejecutivo. Describió allí a su Gobierno como de “izquierdas, europeísta, y con la mayor cantidad de mujeres entre los países de la OCDE”, a la vez que destacó la agenda social que impulsó en este período (con el aumento del salario mínimo, las pensiones y los sueldos públicos como bandera), y defendió su posición en el conflicto catalán: dijo que apostó a la “moderación, el diálogo y la cohesión territorial de España”, contra “la crispación” que endilgó a sus rivales de derecha, el Partido Popular (PP), Ciudadanos (Cs) y Vox.
“No lo tomemos en broma: si no vamos a votar, la abstención puede dar la victoria a la ultraderecha”, advirtió ayer el jefe de Gobierno en una cumbre del PSOE en Extremadura, donde alertó sobre los riesgos de un alineamiento del PP y Ciudadanos con la flamante formación filo fascista Vox. “Ésta es una amenaza real, existente, sólo hace falta mirar a otros lugares de Europa y el mundo” para advertirlo, apuntó Sánchez, quien llamó a impulsar un frente contrario que congregue a “la España sensata y cabal”.
Esa dicotomía entre la reivindicación del Estado de Bienestar europeo que practica Sánchez y el discurso nacionalista de derecha que, en mayor o menor medida, plantean el PP, Ciudadanos y Vox, definirá la suerte de los comicios españoles. Lo ratificó Pablo Casado, líder del PP, quien en sus primeras palabras luego de la confirmación del adelanto electoral, salió a cuestionar el diálogo encarado por Sánchez con los independentistas catalanes. “Hemos agarrado al Gobierno vendiendo España a sus enemigos”, aseguró Casado, quien planteó un escenario dicotómico para los comicios de abril: “Se trata de apostar por la Constitución y la defensa de la Ley y de la unidad nacional o el caos”; entre que “Sánchez siga negociando con (el president catalán Quim) Torra para destrozar a España, o que el PP defienda a España”; entre “un Gobierno que imponga el orden constitucional, o que Torra deshaga la Constitución”, insistió Casado.
No es sólo un planteo banal de campaña: es la grieta que divide al país mismo. Las fuerzas menores, como Podemos y Ciudadanos, deberán bascular entre esa polarización germinal como estrategia, con el fantasma de la ultraderechista Vox de fondo. Del modo en que la sociedad dirima esa batalla, saldrá el futuro próximo de España.
La mayoría apuesta al diálogo
La campaña electoral que iniciaron los partidos de derecha tendrá, de forma monotemática, el asunto de Cataluña como eje, como ya lo dejó traslucir el líder del Partido Popular (PP), Pablo Casado, en sus primeras declaraciones proselitistas. Su planteo es que, en caso de que triunfe el PSOE, lo hará con el apoyo de Podemos y los independentistas catalanes, lo que habilitará “un Gobierno de facto (del president catalán Quim) Torra”. Sin embargo, una encuesta publicada por La Vanguaria sobre “el mejor modo de resolver la cuestión catalana” indicó ayer que los españoles respaldan mayormente la opción del “diálogo” para hacerlo (52,3 % de los votos), como impulsa Sánchez, contra la idea de imponer el artículo 155 de la Constitución que permite la intervención de la región por parte del Estado central (34,2 %), como proponen las fuerzas de derecha. .
Masiva marcha en Barcelona contra el juicio a los independentistas
Cientos de miles de personas se movilizaron en Barcelona bajo el lema “La autodeterminación no es un delito”, en defensa de los doce líderes independentistas catalanes que están siendo juzgados por el Tribunal Supremo de España por el frustrado intento secesionista de 2017. Según la Guardia Urbana, unas 200.000 personas poblaron este sábado la Gran Vía, mientras que los organizadores hablaron de más de medio millón de catalanes que marcharon con carteles como “Nos juzgan a todos”, “Libertad a los presos políticos” y “Queremos nuestro Gobierno en casa y libre”. Fue también una demostración de fuerza: la primera movilización del soberanismo catalán en clima electoral tras la convocatoria a las elecciones generales.