Una iniciativa privada francesa sin fines de lucro llamada Tara Expeditions, actúa desde el año 2003 para comprender el impacto del cambio climático y la crisis ecológica sobre nuestros océanos, gracias a la invención de un barco mítico: la goleta Tara. En 2013, el velero completó un viaje homérico de tres años por los mares del mundo. En aquella expedición, se focalizaron en el plancton marino, pero también descubrieron otro fenómeno: en todos los océanos hallaron microplásticos, partículas menores de cinco milímetros de diámetro, que podían transportar microbios a largas distancias e incluso entrar en la cadena alimenticia.
La misión bautizada como Tara Microplastics, es un proyecto conjunto de la Fundación Tara, el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) y el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL, por sus siglas en inglés). Este año, el velero con 40 científicos abordo, recorre las costas de Europa con el objetivo de recaudar muestras de la contaminación en las desembocaduras de diez ríos principales: el Elba, el Rin, el Támesis, el Sena, el Loira, el Garona, el Tajo, el Ebro, el Ródano y el Tíber.
Los microplásticos se acumulan, como toda la basura, en los cinco grandes remolinos oceánicos donde convergen las corrientes: dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y uno en el Índico. Pero estas partículas al ser tan diminutas llegan a todo el planeta. Por este motivo, se sospecha que podrían estar presentes en el aire que respiramos y en algunos alimentos que ingerimos.
“No sabemos si los microplásticos tienen un efecto directo sobre la salud humana, pero sí sabemos que son un problema para los ecosistemas marinos”, confesó Leila Meistertzheim fundadora de la empresa Plastic Sea. Para conocer las consecuencias ecológicas con más precisión, primero se debe averiguar dónde acaban los microplásticos que arrastran los ríos al mar, finalidad que lleva adelante este grupo de investigadores. “Antes pensábamos que los ríos solo transportaban plásticos grandes, y que estos solo se degradaban cuando llegan al mar, produciendo así los microplásticos”, explicó Meistertzheim. “Ahora sabemos que eso no es verdad: el río ya lleva partículas de microplásticos que no provienen de la degradación”, detalló la científica. Este hallazgo indicó que este material primario es una fuente importante de contaminación en sí mismo.